Espiritualidad y cuidado de enfermería
  
  Spirituality and nursing  care
  
  Espiritualidade e  cuidados de enfermagem
Marcela Ortega Jiménez
Universidad de Guanajuato, México 
ormaji@hotmail.com
Ma. Guadalupe Ojeda Vargas 
  Universidad de Guanajuato, México 
  ojedal@ugto.mx
Adriana Ortiz Domínguez 
  Universidad de Guanajuato, México 
  adrianaortizdominguez@gmail.com
Raúl Fernando Guerrero Castañeda
  Universidad de Guanajuato, México 
  ferxtom@hotmail.com
Resumen
El ser humano  a lo largo de su vida tiene necesidades que repercuten en su bienestar  espiritual, estabilidad interna y, por lo tanto, el cuidado de su salud. El  objetivo del presente estudio fue analizar el concepto de espiritualidad como  característica esencial del cuidado de enfermería mediante la revisión de  literatura. En dicho análisis se identificaron múltiples definiciones que  fueron agrupadas en tres perspectivas: la perspectiva de origen intrínseco, la  perspectiva religiosa y la perspectiva existencial. En conclusión, para otorgar  el cuidado apropiado es necesario comprender a la persona como un ser que tiene  una mente, un cuerpo y un espíritu, y percibir a la salud como la unidad  armónica de estos tres.
Palabras clave: espiritualidad, cuidado, bienestar espiritual.
Abstract 
  The human being throughout his life has  needs that affect their spiritual well-being, internal stability and,  therefore, its health care. The objective of the present study was to analyze  the concept of spirituality as an essential characteristic of nursing care  through the review of literature. In such analyses identified multiple  definitions that were grouped into three perspectives: the perspective of  intrinsic origin, religious perspective, and the existential perspective. In  conclusion, to give proper care it is necessary to understand the person as a  being that it has a mind, body, and spirit, and perceive health as the  harmonious unity of these three.
Resumo
  Homem ao longo de sua vida tem necessidades que  afetam seu bem-estar espiritual, a estabilidade interna e, portanto, seus  cuidados de saúde. O objetivo deste estudo foi analisar o conceito de  espiritualidade como uma característica essencial dos cuidados de enfermagem  através da revisão da literatura. a perspectiva de origem intrínseca, a  perspectiva religiosa ea perspectiva existencial: Esta análise várias  definições foram agrupados em três perspectivas foram identificados. Em  conclusão, para fornecer o cuidado adequado é necessário compreender a pessoa  como um ser que tem uma mente, corpo e espírito, e perceber a saúde como a  unidade harmoniosa desses três.
  
  Palavras-chave: espiritualidade, de cuidados, bem-estar espiritual.
  Fecha  recepción:   Diciembre 2015                                          Fecha aceptación: Junio 2016
Introducción
  El término  espiritualidad se define como la cualidad espiritual, sinónimo de piedad  realmente poseída, la ciencia que estudia y enseña los principios y las  prácticas de dicha piedad (Ansilli, 1983). Según Watson (1985), la  espiritualidad es el aspecto esencial del ser humano que guía su estado físico  y mental; el término se deriva del latín espíritu,  que significa aliento, aire, viento. En el artículo “Spirituality and chronic  illness” se menciona la definición de Domberck (1995), quien plantea que el  espíritu es lo que anima o da vida a una persona (O´Neill, 1988).
  La  espiritualidad significa etimológicamente sustantivación en el aire (Duque,  1991). Por su parte, Breker afirma que consiste en creencias o valores que  proveen fuerzas, esperanza y significado a la vida. Asimismo, Hoase (1992) la señala  como una energía creativa e integradora que se basa en las creencias y en el  sentido de estar interconectado con una fuerza mayor que la persona misma; una  fuente de fortaleza interior y de paz que ayuda a expresar los puntos de vista  del individuo y su comportamiento mientras busca tener esperanza y dar significado  a su vida. El diccionario de la lengua española define al espíritu como el alma  racional, vigor natural y virtud que alienta y fortifica el cuerpo para obrar;  la espiritualidad es una creencia religiosa o una relación con una fuerza  superior, fuerza creativa o un ser divino o fuente de energía infinita  (Burkhardt, 1993). Al ser algo interno, la espiritualidad es todo aquello que  da significado a la vida de los seres humanos (MacRae, 1995). Por otro lado, Espeland  (1999) en su artículo “Achieving spiritual wellness”, menciona que, de acuerdo  a Wright (1998), la espiritualidad es la dimensión de la persona que envuelve  su relación con ella misma, con otros, con un orden natural y con un ser o  fuerza superior que se manifiesta a través de expresiones creativas y que  implica prácticas religiosas (Esplend, 1999).
  La  espiritualidad incluye la creatividad y la elección, se hace presente en el  apego y el amor, y es una cualidad o esencia que integra o trasciende la  naturaleza biopsicosocial del individuo (Craven, 1996); implica una cualidad de  trascendencia, una fuerza que guía, algo fuera del ser (Espeland, 1999). La  espiritualidad es la creencia en relación con un ser superior, fuerza creadora,  divinidad o fuente infinita de energía (Kozier, 1999). La espiritualidad tiene  una gran influencia a lo largo de la vida de las personas, ya que es lo que  produce la transformación interior en el ser humano, y a partir de la  profundidad del cambio interior desencadena una red de transformaciones en la  comunidad, la sociedad y sus relaciones con la naturaleza y el universo (Boff,  2002). De acuerdo con el Dalai Lama, la espiritualidad se relaciona con  aquellas cualidades del espíritu humano, tales como el amor, la compasión, la paciencia,  la tolerancia, la capacidad de perdonar, la alegría, las nociones de  responsabilidad y armonía, que proporcionan felicidad a las personas (Devi,  2002).
  La  espiritualidad está siendo descubierta como una dimensión profunda del ser  humano, como un espacio de paz en tiempos de conflicto y desolación (Boff,  2001). La transformación interior es una cualidad espiritual (Herder, 2003); asimismo,  la naturaleza y condición espiritual son el conjunto de ideas referentes a la  vida espiritual (Real Academia Española, 2005). No significa otra cosa que lo  que no es material y no depende intrínsecamente de la materia en su ser u obrar  específico y sin curso causal de la materia (Derisi, 2006). Es la condición y  naturaleza del espíritu, la oposición entre la materia y el espíritu  (Definición de espiritualidad, 2008), una derivación etimológica del verbo  respirar (Abraham, 2008). 
  En general, la  espiritualidad es la comprensión de la existencia, de un estado absoluto no  creado, eterno e ilimitado y del proceso absoluto de una conciencia absoluta,  del sí mismo. Todo lo que existe imaginable e inimaginable procede del “es”; y a  partir de esta definición surge otra definición de espiritualidad humana, la  cual afirma que es la comprensión y absolutamente todas las consecuencias de ella  (Nueva Era, 2008). 
  La palabra  espiritualidad procede del vocablo latino spiritus,  cuyo significado original era “soplo”, “aliento” (Olleta, 2012), y que hace  referencia al espíritu. En un sentido amplio, significa la condición de  espiritual. Con respecto a una persona, alude a la disposición (principalmente  moral, psíquica o cultural) que posee quien tiende a investigar y desarrollar  las características de su espíritu, es decir, un conjunto de ideas referentes a  la vida espiritual (Real Academia de la Lengua, 2016).
  La  Enciclopedia Británica define a la espiritualidad como una filosofía, una  característica de cualquier sistema de pensamiento que afirma la existencia de  una realidad inmaterial imperceptible a los sentidos. Debido a esto se  identificó a la espiritualidad, según Herder, mediante varias clasificaciones:  la étnico-geográfica, doctrinal, ascético-práctica, antropológica o psicológica,  estados y de las profesiones, histórico-cronológica y grandes fundadores de  órdenes o congregaciones religiosas, todas ellas clasificaciones espirituales con  características específicas, pero con un fin común que es llegar al bienestar  espiritual (Herder, 2003). En el tema de la espiritualidad se debe considerar  que no todo lo invisible ha de ser irreal; muchos fenómenos del alma, como “el  amor a la verdad” o “la buena voluntad” son también invisibles. 
Las diversas  definiciones de la espiritualidad tienen tres perspectivas: la intrínseca, que  se origina en el interior del individuo; la religiosa, que no se limita a las  reglas religiosas, sino que permite trascender, con un sentimiento de estar  conectado con uno, los demás y el universo. Así pues, la espiritualidad es la búsqueda  interna de significado, independientemente de la religión. La perspectiva  religiosa emerge de la religión o de instituciones, concibe un ser supremo que  dicta el destino de las personas, tiene reglas rituales y prácticas con reglas  de comportamiento moral. Así pues, la dimensión espiritual se basa en el nivel  de cumplimiento de las normatividades. La perspectiva existencial está basada  en la búsqueda de significado de vida de las personas y por las personas (http://myslide.es/documents/definicion-espiritualidad.html)
En la perspectiva existencial toma singular importancia la consistencia de valor entre los principios ético-morales del individuo y las exigencias del ambiente exterior. La concordancia o discordancia entre estos dos aspectos propicia el cuestionamiento continuo acerca de la contribución relativa de las actividades en las que nos involucramos debido a nuestro sentido de bienestar y armonía individual (Krishnakumar y Neck, 2002). De acuerdo con Castro (2007), la naturaleza humana es indivisible, y para su comprensión se analizan de manera separada los factores que la componen, entre ellos el factor espiritual, compuesto a su vez de dos partes: (1) la teológica, que aduce a la relación del ser humano con lo superior, “este aspecto es primordial para las personas, sobre todo en situaciones que se presentan como crisis en la vida” y (2) la filosófica, integrada por dos facultades específicamente humanas: la inteligencia y la voluntad (Castro, 2007).
La espiritualidad, cuidado y bienestar  espiritual
  La  espiritualidad verdadera implica autoconocimiento y consiste en realizar el potencial  de vida y amor que hay en nosotros (Sari Mata, 2002). La espiritualidad humana se  presenta en muchos e importantes aspectos de nuestra experiencia: a través de  capacidades humanas que trascienden la materia, la inteligencia, su capacidad  de abstracción, de razonar o argumentar, de reconocer la verdad y de anunciarla  en un lenguaje, en la voluntad, la capacidad de querer, de auto determinarse  libremente, de actuar con miras a un fin conocido inteligentemente, la  capacidad de auto reflexión de modo que podamos conocer nuestros propios  conocimientos (metacognición) y querer nuestros propios actos. Como  consecuencia de estas capacidades, nuestros conocimientos se abren a toda la  realidad de manera ilimitada (aunque los conocimientos particulares sean  siempre limitados), nuestro deseo tiende hacia el bien absoluto, sin conformarse  con un bien limitado; descubrimos nuestra vida y podemos proyectar libremente un  sentido hacia el futuro (Artigas, 2005).
  La esencia  espiritual ha sido ya definida como la sustancia ética; el espíritu es la  realidad ética. El espíritu es la sustancia y la esencia igual a sí misma y  permanente. El espíritu es la inmutable y justa medida para consigo mismo, así  como ser para sí es la esencia que se ha disuelto, la esencia bondadosa que se  sacrifica. El espíritu es la esencia real y absoluta, es conciencia en general,  la vida ética, el mundo ético viviente, el espíritu en su verdad, en conciencia  (Hegel, 2004).
  El ser humano  a lo largo de su vida experimenta necesidades espirituales. Según Vimort  (1987), Thieffrey (1992), Barbero (2003), E.Payás (2003), Torralba (2004), L.  Linares (2004), Bayés (2005) et al. y Maté, estas son: a) necesidad de ser  reconocido como persona, b) necesidad de volver a leer su vida, c) necesidad de  encontrar sentido a la existencia y el devenir: la búsqueda de sentido, d)  necesidad de liberarse de la culpabilidad, de perdonarse, e) necesidad de  conciliación, de sentirse perdonado, f) necesidad de establecer su vida más  allá de sí mismo, g) necesidad de continuidad, de un más allá, h) necesidad de  auténtica esperanza, no de ilusiones falsas, la conexión con el tiempo, i)  necesidad de expresar sentimientos y vivencias religiosos y j) necesidad de  amar y ser amado (Giro, 2006). Por medio de satisfacerlas se puede llegar a  tener un bienestar espiritual y, por tanto, una mayor estabilidad interior, que  finalmente repercute en su entorno. Poletti (2009), afirma que la necesidad  espiritual es relacional, es la necesidad de reconocimiento pero además el estar  en relación con los demás (Poletti, 2009). Una espiritualidad sin referencia a  “los otros”, al resto de la humanidad, es inconcebible (Iglesia Viva, 2012). 
  El ser humano  tiene la necesidad de bienestar mediante la comodidad, el alivio y la trascendencia  en las dimensiones física, psicológica, espiritual, ambiental y social. En el  ámbito de la enfermería, de acuerdo a la taxonomía diagnóstica de la NANDA I,  el bienestar espiritual como etiqueta diagnóstica se propone como la ¨disposición  de mejorar el bienestar espiritual (00068)”, y se define como la capacidad de  experimentar e integrar el significado y propósito de la vida, mediante la  conexión con el yo, los otros, el arte, la música, la literatura, la naturaleza  o un poder superior al propio yo, y que puede ser reforzada (NANDA-I, 2008). En  la Clasificación de Resultados de Enfermería (NOC) de 2005, se sugieren cuatro  resultados para la etiqueta diagnóstica ¨disposición para aumentar el bienestar  espiritual¨, los cuales son: bienestar personal, calidad de vida, esperanza y salud  espiritual (Moorhead, 2005). Para la mencionada etiqueta diagnóstica se  sugieren las siguientes intervenciones enfermeras para su resolución, las  cuales son, entre otras: apoyo espiritual, facilitar el crecimiento espiritual,  y la potenciación de la conciencia de sí mismo (McCloskey, 2005).
  Con respecto a  la etiqueta diagnóstica analizada en NANDA Internacional 2009-2011, solo se  identifica un cambio respecto a la edición anterior de la misma taxonomía, el  cual se encuentra en una de las características definitorias, referentes a la conexión  con un poder superior al yo, cambiado de “expresa respeto” a “expresa temor  reverencial” (Herdman, 2010). En la clasificación de resultados de enfermería  (NOC) del 2009, se conservan los cuatro resultados de la clasificación  anterior, aumentando el resultado “afrontamiento de problemas” (Moorhead,  2009). En la quinta edición del NIC, existe un apartado en el que las  intervenciones se centran en las especialidades de enfermería. Se consideró  ubicar la etiqueta diagnóstica “disposición para aumentar el bienestar espiritual”  en enfermería holística, donde encontramos las intervenciones de apoyo  espiritual, aumentar el afrontamiento y facilitar el crecimiento espiritual  (Bulechek,  Butcher, Dochterman y Wagner,  2009).
  De acuerdo a  la taxonomía diagnóstica de la NANDA Internacional 2012-2014, se enuncia la  etiqueta diagnóstica “disposición para mejorar el bienestar espiritual”, en la  que se nota un cambio con respecto a la edición 2009-2011 de dicha taxonomía,  el cual se encuentra en una de las características definitorias referentes a la  conexión con un poder superior al yo, cambiando de “expresa temor reverencial”  a “expresa temor” (Hermand, 2013). En la clasificación de resultados de  enfermería (NOC) del 2014, se conservan los resultados de las clasificaciones  anteriores, aumentando “resiliencia personal” y “salud espiritual”, entre otros  (Moorhead, 2014). En la sexta edición del NIC, para la etiqueta diagnóstica “disposición  para aumentar el bienestar espiritual”, se sugieren las siguientes  intervenciones enfermeras para su resolución, las cuales son, entre otras: apoyo  espiritual y facilitar el crecimiento espiritual; asimismo se identificó un  cambio en la intervención “potenciación de la conciencias de sí mismo” a “potenciación  de la autoconciencia” (McCloskey, 2005). En concordancia con el resultado “resiliencia  personal”, se sugiere la intervención “fomento a la resiliencia” (Bulechek, Butcher  y Dochterman, 2014).
  Atender esta  etiqueta diagnóstica es una manera de promover el bienestar espiritual y evitar  el deterioro de la persona, así como de prevenir el sufrimiento espiritual. Cada  persona es un ser nuevo y único, utiliza su organismo psicofísico para actuar y  expresarse, no se encuentra bajo la dictadura del ello, ya que es el yo el que  manda, pero también es existencial, dinámica y capaz de trascenderse a sí misma;  la persona es libre y responsable. La intencionalidad de los actos espirituales  es el aspecto cognoscitivo de la auto trascendencia, por ello hay que  considerar que si  se opta por la  doctrina teológica y se resta la vivencia, tendríamos una espiritualidad  racional, intelectualista y sin repercusión en la propia vida de las personas,  y si se opta por la vivencia sin ofrecer doctrina teológica, la espiritualidad  quedaría reducida a un subjetivismo arbitrario, a las modas cambiantes. Así  pues, la espiritualidad debe integrar doctrina, vida, principios y experiencia  (Gómez, 2002).
  Lo que se  opone al desinterés y a la indiferencia de un ser humano como persona hacia  otro es el cuidado de sí y el cuidado del otro. Francisco del Rey C, et al. mencionan  la definición de cuidado según el diccionario de la lengua española: del latín cogitatus, ¨pensamiento¨, lo cual según  la autora implica la relación cuidado-pensamiento y le confiere un significado  de acción mental, intelectual o volitiva (Francisco del Rey, 2009). Esta misma  obra cita a María Moliner, quien relaciona cuidado con “estar con”, y entre las  definiciones que plantea se encuentra una relacionada con la acción, “interés y  atención que se pone en lo que se hace¨ (Francisco del Rey, 2009).
  El cuidado  surge cuando la existencia de alguien es importante para mí. El cuidado  significa entonces desvelo, solicitud, diligencia, celo, atención y delicadeza.  El cuidado se lleva a cabo con cuidado y espirit de finesse (espíritu de  gentileza), como corresponde a los aspectos espirituales (Boff, 2002).
  Cuidar es más  que un acto, es una actitud, y abarca más que un momento de atención, de celo y  desvelo. Representa una actitud de ocupación, preocupación, responsabilidad y  compromiso afectivo con el otro. “En cuanto a totalidad estructural original,  el cuidado es existencialmente a priori, de toda posición y conducta táctil del  ser ahí, es decir, se halla siempre en ella” (Heidegger, 2005). El cuidado se  encuentra es la raíz primaria del ser humano, todo en cuanto haga el ser humano  va acompañado del cuidado y está impregnado del cuidado. El cuidado es un modo  de ser esencial, es una dimensión originaria y ontológica imposible de  desvirtuar del todo (Boff, 2002).
  Para otorgar  el cuidado, según Watson, es necesario comprender que la persona es un ser en  el mundo, una unidad de mente-cuerpo y espíritu. Se debe concebir al  medioambiente como una realidad objetiva y externa, además del marco de  referencia subjetiva o campo fenomenológico. Y es necesario percibir a la salud  como una unidad y armonía entre cuerpo y alma (espíritu) (Watson, 2008).
  Para realizar  el cuidado es necesario considerar los valores humanísticos altruistas, además  de practicar el amor, la bondad y ecuanimidad para consigo mismo y con los  otros, permitiendo que la fe y la esperanza estén presentes auténticamente. Desarrollo  espiritual significa sensibilizarse con uno mismo y los demás, desarrollar  relaciones basadas en un auténtico cuidado confiable, permitir la expresión de  sentimientos positivos y negativos al escuchar las historias de otros, con el  cuidado creativo basado en la solución de problemas, la enseñanza aprendizaje,  lo relacional, lo significativo y lo subjetivo interior; contar con creación de  ambientes de curación/ser el campo de cáritas, efectuar actividad de asistencia  de las necesidades básicas; tocar la mente, cuerpo y espíritu y no solo el  cuerpo físico (Watson, 2008).
  El cuidado  humano es una postura ética y estética frente al mundo, es un compromiso con el  bienestar, con la preservación de la naturaleza, la promoción de las  potencialidades de la dignidad humana y nuestra espiritualidad; es contribuir a  la construcción de la historia, del conocimiento y de la vida. El  comportamiento y las actitudes son entendidas como de cuidado: respeto,  gentileza, consideración, confianza, solidaridad, ofrecimiento de apoyo e  interés, etcétera (Waldow, 1998).
  El cuidado al  ser en relación con la espiritualidad tiene que ver con obligaciones de  carácter moral con uno mismo y con los demás. La concordancia o discordancia  entre estos dos aspectos propicia cuestionarse la contribución relativa de las  actividades en las que nos involucramos con el fin de buscar el bienestar y la armonía  individual. Un conocimiento más profundo de la naturaleza del cuidado refleja  el fundamento del cuidado espiritual: el amor (Marriner, 2007). Por eso muchas  veces se piensa que esta parte del cuidado la proveen sacerdotes, pastores o  personal clerical, de acuerdo a las prácticas religiosas de cada persona  (McSherry, 1998). En el artículo “Nurses’ perception of spirituality and  spirituality care”, se menciona que para Burnard, el pertenecer a una religión  no forma parte fundamental de la espiritualidad, aunque la espiritualidad es  una búsqueda interna de significado de manera activa, que se da en todos los  contextos sociales donde se interactúa, por ejemplo: la comunidad, la familia, la  pareja y el trabajo, y que puede llevarla a cabo cualquier persona sin importar  una denominación religiosa particular; sin embargo, el profesional de  enfermería reconoce que para algunos pacientes sus creencias y prácticas  religiosas pueden ser parte importante de su espiritualidad individual. Es preciso  mencionar que la espiritualidad se caracteriza por la ausencia de una  institución que la regule, mientras que la religión se caracteriza por una  institución reguladora (Iglesia viva, 2012).
  El cuidado  espiritual no solo concierne a los miembros de entidades religiosas, sino también  forma parte del cuidado de enfermería. Sin embargo, las creencias religiosas  pueden influir en los estilos de vida, actitudes, sentimientos acerca de la  enfermedad y la muerte (Berman, 2008).
  En la  actualidad, la enfermería reconoce la necesidad de la persona como ser  espiritual, algo esencial al abordar a los sujetos como un ser total, por lo  que es necesario conocer de manera más amplia la dimensión espiritual del  cuidado.
  La época  moderna se caracteriza por la proliferación de máquinas que pueden igualar al  ser humano y superarlo en muchos aspectos, menos el de interiorización y sus  capacidades (intelectual, argumentativa, moral, de amar y ser amado, etcétera).  Debido a la necesidad de comprender la espiritualidad humana, la neurociencia  habla de la neuroteología para referirse a la búsqueda de la espiritualidad en  el cerebro. La neurociencia ha incursionado en un tema que tradicionalmente  pertenecía a la teología (Rubia, 2011).
  Con la  finalidad de comprender mejor la espiritualidad en los seres humanos, se han  realizado diversos estudios en diferentes partes del mundo que han demostrado  la influencia de las creencias religiosas en la construcción de significado de  eventos difíciles. Por ejemplo, cuando los seres humanos sienten gratitud, por  cada momento agradable que han vivido y viven, por cada gesto, cada oportunidad  que han tenido de dar y de sentirse valiosos para alguien, sube su nivel de  endorfinas y mejora su salud en general (Arce, 2000). En España se efectuó un  estudio sobre religión y espiritualidad en relación con la calidad de vida y  los índices de salud, demostrando que la espiritualidad y la religión ejercen  una gran influencia sobre los seres humanos ya que favorece su adaptación a  tratamientos. De igual manera, se han observado menores niveles de ansiedad,  aislamiento social, hostilidad e incomodidad en el caso de los pacientes, pero también  de los familiares que los cuidan (Herrera, 2004). Por tal motivo, el bienestar  espiritual conlleva una sensación de plenitud y paz que permite disfrutar la  vida a pesar del dolor y la fatiga; asimismo, disminuye la depresión, el vacío  existencial y la desesperanza. Es muy importante cultivar la espiritualidad a  lo largo de la vida e incluso en su final, ya que favorece la capacidad de trascender  como una manera de mitigar el sufrimiento y el dolor.
  En Brasil se  ha realizado una serie de estudios, como el artículo “Revelando lo cotidiano de  los cuidadores informales de ancianos” (Fonseca, 2008), cuyos resultados  revelan que los cuidadores enfrentan situaciones hostiles tales como  sufrimiento y sacrificios cuando brindan sus cuidados y como la falta de  asistencia para atender las necesidades del anciano y del cuidador. Sin  embargo, llevan a cabo su tarea con amor, cariño y dedicación, y a través de la  fe y la espiritualidad buscan su equilibrio biopsicosocial. En el estudio  denominado “Religiosidad y espiritualidad: la experiencia de familias de niños  con insuficiencia renal crónica”, se identificó que la religión y la  espiritualidad son un recurso importante para enfrentar dicha enfermedad  crónica, principalmente ante pronósticos amenazadores (Simpionato, 2009). Por  su lado, en el estudio “Historias de vida de familiares de niños con  enfermedades graves: relación entre religión, enfermedad y muerte”, se observó  que el mantener una conexión con Dios mediante la fe, aumentaba el optimismo (Bousso, 2010); atender los aspectos espirituales favorece la  tranquilidad, la fe, la auto aceptación, el optimismo y, por lo tanto, el  bienestar, fortaleciéndose así el autocuidado. 
  Debido a lo  anterior, la espiritualidad desempeña un papel muy importante en la vida de los  seres humanos. Practicar la espiritualidad permite ver la vida desde una  perspectiva más positiva, aumenta la fe y la esperanza para continuar luchando,  da un sentido de que todo ha valido la pena, permite ver más allá y proporciona  tranquilidad para enfrentar las adversidades, lo que se denomina resiliencia. 
  La resiliencia  es la capacidad de las personas de sobreponerse a las presiones y dificultades  (Trujillo, 2006), de soportar retos y recuperarse de adversidades (Greeff y  Loubser, 2008), de hacer frente a situaciones adversas, adaptándose y restaurando  el equilibrio en su vida personal (Carnaval, González y Sánchez, 2007). Según  Raffo y Rammsy (2005), esta adaptación implica también una “transformación” de  la persona. La resiliencia puede estar presente en diferentes formas:  psicológica, familiar, comunitaria, vicaria y espiritual. La resiliencia  espiritual (Dugal, 2009) es la capacidad de responder a factores estresantes, como  la adversidad y eventos traumáticos, sin que disminuyan las capacidades vitales  del espíritu (la capacidad de amar, de comprender, perdonar o servir  generosamente a los demás), de la mente (poder pensar de forma racional,  objetiva y equilibrada) y del cuerpo (básicamente, funcionar de forma  saludable), sino más bien de que salgan fortalecidas (Rodríguez, 2011). Esto  genera beneficios como equilibrio, paz, gratitud, protección y socialización,  lo cual redunda en una mejor salud (Vásquez, 2006).
  El bienestar  espiritual es algo fundamental para el ser humano; es una manera de conducirse  en la vida con decisión y optimismo, buscando opciones de desarrollo personal  (López, 2008). Por lo tanto, el bienestar espiritual es importante para que el  individuo alcance su potencial de salud. La espiritualidad agrupa las ideas  filosóficas acerca de la vida y su propósito, tiene el poder de dar forma y  significado al ser, saber y hacer, que se pueden reconocer como un impulso  unificador. 
  La  espiritualidad como componente de la salud siempre está presente, ya que se  relaciona con la esencia de la vida. Está presente para los seres humanos que  se encuentran en situación de enfermedad, ya sea crónica o terminal, y para los  que se encuentran cerca del enfermo; el bienestar espiritual es un factor de  crecimiento personal, un aspecto de trascendencia que los acerca a muchas  respuestas necesarias para dar sentido a su vida, a la cotidianeidad, el dolor  y el sufrimiento humano. La relación entre la búsqueda espiritual y el  enraizamiento histórico y social de las acciones, ha inquietado desde siempre a  las personas que anhelan dar sentido a su propia existencia.
Conclusión
  El ser humano  es un ser espiritual. Pero para poder atender esta área de su vida y, por lo tanto,  poder cuidar su salud de manera integral, debe tenerse claro qué significa el término  espiritualidad, el cual deriva del latín espíritu,  que se refiere a aliento, aire, viento, lo que anima o da vida a una persona. A  partir de ello podemos afirmar que la espiritualidad es una fuente de energía  infinita, creativa e integradora que se basa en las creencias o en un sistema  de valores relacionados con una fuerza superior que provee de significado,  propósito y misión a la vida, que produce estados afectivos (altruismo, amor,  perdón, compasión, paciencia, tolerancia, alegría, responsabilidad, armonía,  etcétera), así como una transformación interior. La espiritualidad es una  fuente de vigor natural, una virtud que alienta y da fortaleza y paz al ser  humano, y cuyos efectos alcanzan a otras personas. Asimismo, brinda esperanza,  significado de vida y trascendencia, además de aprendizaje personal a través de  la resiliencia. 
  El cuidado siempre ha estado presente porque es  necesario; forma parte de la totalidad del ser y de la espiritualidad, ya que se  relaciona con obligaciones de carácter moral con uno mismo y los demás, con principios  éticos y exigencias del ambiente externo. Cuando el ser humano goza de bienestar espiritual y  de resiliencia en cualquiera de sus modalidades, es capaz de crecer de manera  insospechada en tiempos difíciles.
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