Impacto  psicológico por inundación en niños de la antigua, Veracruz, México
  
Psychological impact by flood in children  from la antigua, Veracruz, México
  
Griselda García  García
  Universidad Veracruzana, México
  grisgg69@hotmail.com 
  Francisco  Bermúdez Jiménez
  Universidad Veracruzana, México
  franbj@hotmail.com 
Resumen 
  La presente investigación tuvo como objetivo conocer  el impacto psicológico por inundación en niños de la Antigua, Veracruz, México,  con la presencia del Huracán “Karl” en septiembre de 2010, que dejó a su paso  14 muertos, varios desaparecidos y más de 500 000 damnificados. Se trabajó en  escuelas de educación básica, con una muestra no probabilística de tipo  intencional, compuesta por niños de 6 a 12 años de edad. Se aplicó la técnica  del dibujo libre. Los resultados muestran que los niños con cada uno de sus  dibujos aluden a sus vivencias durante la inundación, revelando aspectos de su personalidad  en desarrollo y evidenciando estados de ánimo, miedos, sueños, deseos  satisfechos e insatisfechos, en una catarsis. Se confirma que el desastre trajo  consigo múltiples alteraciones en sus emociones, abarcando los estados del  sueño de manera adversa. Asimismo, se identificaron comportamientos resilientes  en los menores.
  
Palabras clave: impacto psicológico, inundación, desastre,  resiliencia. 
Abstract 
  
  This research aimed to know the psychological impact  caused by flood to children from Antigua, Veracruz, México, with the presence  of Hurricane "Karl" in September 2010, which left behind 14 dead,  several missing and more than 500 000 victims. We worked in elementary schools,  with a non-probabilistic sample of intentional type, including children from  6-12 years old. Free drawing technique was applied. The results show that  children, in each of the drawings, allude to his experiences during the flood, it  reveals aspects of personality development of the child, demonstrating moods,  fears, dreams, satisfied and unsatisfied desires, and they also did catharsis.  It is confirmed that a disaster is an event that affects human feelings causing  damage, it covers the states of sleep and all adverse consequences as a result  of multiple alterations. Resilient behaviors were also identified in children. 
Key words: psychological  impact, flood, disaster, resilience. 
Fecha  recepción:   Enero 2015          Fecha  aceptación: Julio  2015
Introducción
El 17 de septiembre de 2010 ocurrió uno de los fenómenos naturales más devastadores en la entidad veracruzana de México, perdiendo la vida 14 personas. Las consecuencias de este suceso no solo fueron la pérdida de vidas humanas sino también daños materiales y psicosociales. En el municipio de La Antigua, en Veracruz, 80 % de la población afectada se vio impactada psicológicamente por la sensación de falta de control y desprotección que generó esta crisis inesperada (Bermúdez y García, 2012).
Frente a esta realidad, el Cuerpo Académico (CA) Calidad  de vida y desarrollo humano de la Facultad de Psicología de la Universidad  Veracruzana, acudió al lugar para acompañar a la población en general en su proceso  de recuperación y para abordar las consecuencias del suceso traumático en los  niños, adolescentes y familias enteras. Este trabajo se restringe a lo  observado en los niños.
Es importante manejar de manera oportuna el impacto  de un evento catastrófico en niños y proteger sus derechos, los cuales son  afectados especialmente en situaciones como esta. Atender a la infancia en  situaciones de vulnerabilidad es un deber que compromete a los profesionales en  psicología. 
Los referentes teóricos provienen de la  intervención psicosocial, la intervención en crisis, los primeros auxilios  psicológicos, la consejería, el trabajo de reparación en situaciones de  duelo y trauma, entre otros, así como el trabajo desarrollado por UNICEF en el  ámbito psicosocial, orientado a los apoyadores de víctimas de desastres  diversos.
A lo largo de la vida, las personas están expuestas  tanto a oportunidades como a riesgos, entendiéndose por riesgo la probabilidad  que existe, en un determinado momento y espacio, de que un valor específico de  daño individual, social, económico y/o ambiental sea sobrepasado. El riesgo  está determinado, a su vez, por la interrelación entre las amenazas y las  vulnerabilidades:
  Amenaza se refiere a todos los factores externos de  riesgo, representados por las potenciales ocurrencias de sucesos adversos.  Ejemplo: terremoto, maremoto, bombardeo, inundaciones.
Vulnerabilidad serían los factores internos de  riesgo de un sujeto o sistema y se refiere a las particularidades que los  pueden hacer más susceptibles a la exposición y a la posibilidad de daño.  Ejemplo: niñas y niños pequeños, construcciones precarias, falta de sistemas  de alarma temprana, etcétera.
  La relación entre estos dos factores es de suma  importancia, pues si bien muchos factores de riesgo externos o amenazas no son  controlables o predecibles, los factores de vulnerabilidad sí lo son. Un  ejemplo de esto es la ocurrencia del maremoto en Japón de marzo de 2011: el  tsunami es claramente un factor externo que superó toda prevención, pero el  haber construido centrales nucleares en una zona de posible impacto de maremoto  es un factor previsible de vulnerabilidad.
  Los llamados desastres ocurren sobre todo en zonas  pobladas y afectan a sitios vulnerables que han sido ocupados por una sociedad  para su residencia u otros fines. La localización de las actividades humanas  compete a las personas y a sus formas de organización, por lo tanto, que se  produzca un desastre no depende solo de la naturaleza sino también de la  decisión de instalar un asentamiento o actividad humana sin tomar en  consideración las amenazas existentes y las vulnerabilidades que se  desarrollan, variables que constituyen una situación de riesgo potencial (CEPAL,  2005).
  Un evento adverso generado por la interrelación de  las amenazas y las vulnerabilidades se entenderá como emergencia cuando, si  bien los efectos adversos de este evento afectan a una comunidad determinada,  no exceden su propia capacidad de respuesta.
Desastre, en cambio, se entenderá cuando la fuerza  de la amenaza, sumada a alta vulnerabilidad; es tal, que excede la capacidad de  respuesta de una comunidad determinada, alterando intensamente personas,  comunidades, bienes, ambientes y servicios.
  Es habitual también en la literatura encontrar el  término catástrofe para referirse a los grandes desastres que afectan de tal  modo a la población que los países se ven obligados a recurrir a la ayuda  internacional. En este artículo se utilizarán los términos emergencias y  desastres. 
  Más adelante se aclara lo que es una emergencia y  desastre, precisando que crisis  se refiere  a “un estado de desorganización producido por el impacto de una situación que  altera la vida y que sobrepasa la capacidad habitual de las personas para  enfrentar problemas” (Arón et al., 2010). 
  Situaciones sobrecargan los recursos locales,  tornándose insuficientes, quedando amenazados la seguridad y el funcionamiento  normal de las comunidades y sus individuos. Por ello, es fundamental a la hora  de planificar una intervención psicosocial en contextos de emergencia y  desastre, ampliar los conocimientos acerca de qué es una crisis. Lo central en  la vivencia de crisis es que las personas sienten que no son capaces de  enfrentar con sus recursos habituales lo que les está pasando y que sus  esfuerzos no solo no sirven para salir de la situación sino que incluso pueden  agravarla.
Las crisis surgen frente a eventos que generan gran  estrés, pues están más allá de las experiencias habituales de las personas  y es este mismo estrés el que, a su vez, disminuye, en un círculo vicioso,  aún más su capacidad de respuesta. Debido a ello es lógico que se manifieste  la sensación de incapacidad e indefensión.
  Las crisis surgen ante situaciones difíciles y  dolorosas, que dividen la vida de las personas en antes de y después de.  Ejemplo: antes de operarse, antes del incendio, después que se separaron sus  padres, o después de la inundación como en el caso que nos ocupa en este  trabajo. 
  
Un evento que produce estrés no se transformará en  crisis en la medida que las personas estén preparadas para responder a él y  hayan entrenado, de manera práctica, los modos de reaccionar oportuna y  efectivamente. Es fundamental estar preparados.
  El impacto psicoemocional de eventos como los  mencionados produce reacciones de diferente tipo e intensidad, dependiendo de  los factores de vulnerabilidad de las personas y sus comunidades y de la  magnitud propia del evento que produce estrés o amenaza. 
  Una crisis es una respuesta psicoemocional normal a  una situación anormal, frente a la cual no se puede responder con los  mecanismos habituales de resolución de problemas (OPS, 2010).
Los efectos psicosociales de una emergencia o desastre van a estar determinados tanto por las características del evento mismo como por las vulnerabilidades previas de las personas y sus comunidades: sus historias de vida, la vivencia anterior de otros eventos adversos, las características psicológicas, las edades, el género, el territorio donde viven, su condición socioeconómica, si pertenecen a una etnia originaria, si presentan alguna discapacidad, su cosmovisión, entre muchas otras.
La literatura revisada plantea que los síntomas  emocionales más evidentes van disminuyendo y desapareciendo entre el mes y los  tres meses de ocurrido el evento traumático (OPS, 2010). Sin embargo, es  necesario consignar que la vivencia de nuevos eventos; por ejemplo, las  réplicas de un terremoto o que cada año se inunde una comunidad, aumenta los  tiempos de procesamiento de la situación.
El sufrimiento es parte de lo que les toca vivir a  los seres humanos y el superar las adversidades adecuadamente los hace mejores  personas, con más capacidades. Para esto es fundamental la recuperación de  los lazos comunitarios y la solidaridad mutua, así como apoyar a los afectados  para que tomen conciencia de sus propias capacidades de salir adelante y buscar  apoyo.
Cuando se abordan problemas psicosociales como los  originados por las emergencias y los desastres, la intervención psicosocial  requiere de flexibilidad y de considerar la temporalidad de la situación dada  por las condiciones, como el espacio de intervención (albergues, campamentos),  el ruido, la falta de privacidad, la cantidad de gente que demanda el servicio,  y la escasez de tiempo para atenderla.  
Esto está fuera de lo que sería propiamente y en  sentido estricto un encuadre psicoterapéutico, es decir, los acuerdos sobre el pago  de honorarios, el establecimiento de horarios y demás compromisos.
La intervención psicosocial en emergencias y  desastres es un proceso de acompañamiento y de escucha activa para que los  damnificados hablen de lo que ha ocurrido y sus vivencias experimentadas antes,  durante y después del desastre.
  Lo anterior requiere seguir por dos principios  generales (Robles y Medina, 2002): el primero tiene que ver con los requisitos  de inmediatez, proximidad, simplicidad y expectativa de una pronta  recuperación. El segundo es no etiquetar a las personas como enfermas por el solo  hecho de mostrar conductas ansiógenas o agresivas ante las circunstancias que  les ha tocado vivir, pues se puede decir que su comportamiento es normal ante  situaciones anormales como los desastres. 
  El solo hecho de hacer saber a las personas  afectadas que lo que viven y sienten es normal, ya es una intervención importante  en el comienzo de la recuperación emocional ante una emergencia o desastre.
  En consecuencia, bajo el paradigma cualitativo y con  el objetivo de conocer y comprender las emociones y vivencias que tienen los  niños y niñas ante la inundación, se plantean las siguientes preguntas de  investigación: 
MÉTODO
  Participantes. En este estudio, con una muestra no  probabilística de tipo intencional, participaron 122 niños de 6 a 12 años de  edad de nivel escolar basico. 
Técnicas. Se aplicó el Dibujo Libre y Dibujo de la Figura Humana (DFH).
1. El Dibujo Libre se convirtió en una herramienta  de gran utilidad en el encuentro con los niños. Después de establecer el clima  de confianza con los participantes se les entregó una hoja en blanco y colores.  Se les solicitó “¿podrían compartirnos a través de un dibujo cómo fue su experiencia  con el huracán?”
2. El DFH pertenece al conjunto de las denominadas  técnicas proyectivas en las que la persona no solo se limita a efectuar un  simple dibujo sino plasma de forma indirecta la esencia de su propia  personalidad. También podemos hipotetizar, según los elementos y  características del dibujo, acerca de sus capacidades y competencias cognitivas  e intelectuales.
Se sienta al niño frente a una mesa o escritorio  vacío y se le presenta una hoja de papel en blanco con un lápiz del nº 2. Luego  se le dice: “Quiero que en esta hoja me dibujes una persona ENTERA. Puede ser  cualquier clase de persona que quieras dibujar, siempre que sea una persona  completa y no una caricatura o una figura hecha con palos o rayas”. Con estas  últimas instrucciones lo que se pretende es evitar que, en especial los niños  mayores o más inteligentes, dibujen dibujos estereotipados con relación a  algunos de sus héroes televisivos o de ficción. 
La autora, además, sugiere a partir de su larga  experiencia tres principios básicos a tener en cuenta a la hora de analizar el  DFH de niños dentro del rango de edad de 5 a 12 años:
  1.- CÓMO dibuja la figura, sin tener en cuenta a quién  dibuja, refleja el concepto que el niño tiene de sí mismo. La manera en que el  dibujo está hecho y los signos y símbolos empleados, revelan el retrato  interior del niño y muestran su actitud hacia sí mismo.
  2.- A QUIÉN dibuja, es a la persona de mayor interés  e importancia para el niño en el momento de realizar el dibujo. En la mayoría  de casos, los niños se dibujarán a sí mismos, pues obviamente nadie es de mayor  importancia para un niño que él mismo. Normalmente, cuando esto sucede suelen  hacerlo de forma bastante realista, no obstante, en ocasiones algunos niños  están tan descontentos consigo mismos que distorsionan las imágenes hasta el  punto que guardan poca similitud con su apariencia real.
  En ocasiones pueden dibujar personas con las que  están en conflicto o sencillamente elegir otras antes que a él mismo, lo que  puede indicar cierta desvalorización o poca autoestima.
  3.- LO QUE el niño está diciendo en su DFH puede hablar  de dos aspectos: ser una expresión de sus actitudes y conflictos, o ser un  deseo, o ambas cosas al mismo tiempo. 
Morgestern S (1948), Freud A (1979) y Klein K  (1964), descubrieron en el ámbito terapéutico que los niños evidenciaban la  necesidad y la posibilidad de manifestarse a través de sus dibujos, como el  adulto lo hace por medio de la palabra. Afirman que los dibujos utilizan, al  igual que los sueños, un lenguaje simbólico que se expresa en imágenes  plásticas (Febbraio, 2002). 
  El dibujo infantil constituye una combinación de  aspectos motrices, cognitivos y de personalidad, que imprime un testimonio  visual y gráfico del particular modo de funcionamiento psicológico de un  sujeto, al estilo del juego en el niño y de la palabra en el adulto. 
  
Resultados
Dibujo Libre. Los 122 dibujos se agruparon en tres momentos: antes, durante y despues del desastre. Reflejan de manera evidente las emociones y sentimientos en cada uno de ellos. Expresaron verbalmente los qué, cómo, donde, quienes… en relación con lo plasmado en sus hojas.
Figura 1. Antes del desastre Figura 2. Antes del desastre
Figura 3. Durante el desastre Figura 4. Durante el desastre
Figura 5. Durante el desastre Figura 6. Durante el desastre
Figura 7. Posterior al desastre Figura 8. Posterior al desastre
Los resultados muestran que los niños en cada uno de  los dibujos hacen alusión a sus vivencias durante la inundación. A través de  esta técnica pudieron revelar sus estados de ánimo, los miedos y sentimientos  que tuvieron durante y después del desastre ocurrido. 
Investigaciones realizadas con niños de esta edad  (Hervás Anguita, 2006), concluyen que aquellos que utilizan a menudo los  colores cálidos en sus gráficos revelan un comportamiento emocional libre, con  relaciones afectivas cálidas y cordiales; mientras que niños que prefieren el  azul tienden a ser más controlados en su comportamiento, y los que utilizan  principalmente el negro tienden a revelar introversión o timidez en el  comportamiento emocional. El niño responde a partir de la propia estructura de su  personalidad.
En los círculos de reflexión  se compartieron las vivencias de cada niño y niña. Algunas  de las expresiones fueron: “eso a mí también me pasó”; “sentí miedo pero me  aguanté”; “lloré sin que me viera mi papá, porque dejé mis ositos de peluche”;  “yo ayudé a mi mamá con las gallinas y mi acta de nacimiento”; “a mí me dejaron  en el albergue a cuidar a mis hermanitos y a jugar con ellos”. La experiencia  en los albergues la expresaron así: “yo conocí a otros niños que lloraban  porque decían que estaban durmiendo cuando los levantaron y se los llevaron al  albergue – les conté cuentos- inventados por mí, jejeje”; “llegaron ustedes los  maestros a ponernos juegos y peliculas, eso me gustó”; “las mamás todas nos  hicieron de comer”; hubo varios niños que dormían porque decían que nos iba  llegar el agua y nos agarraría durmiendo”. Se trabajó en cada circulo de niños  el aspecto psicológico: los sentimientos, las pérdidas, la esperanza y el  duelo. 
DFH. 
Los resultados en sus DFH revelan un comportamiento  emocional libre en la mayoria de ellos, con relaciones afectivas cálidas y  cordiales; más del 50 % de los participantes tienden a ser más controlados en  su comportamiento, y más del 40 % revelaron introversión o timidez en su comportamiento  emocional. En su narrativa respecto al dibujo, los niños exteriorizaron sus  ideas y sentimientos, elementos necesarios para precisar los conceptos que  poseen, evidenciando estados de ánimo, miedos, sueños, deseos satisfechos e  insatisfechos, sentimientos, y proyecciones.
  Dibujando, los niños expresaron su nivel de  desarrollo intelectual y también proyectaron espontáneamente su propio mundo  interno, hablando de sí mismos y de su relación con los otros. En el aspecto  relacionado con la evaluación del nivel intelectual se obtuvieron los  siguientes resultados. Ver la tabla 1. 
Tabla 1. Niveles de capacidad mental.
Nivel de capacidad mental (CI)  | 
  ||||||||||||
PUNTUACIÓN  | 
    Mentalmente retardado o con graves problemas emocionales  | 
    Límite -Borderline  | 
    Normal bajo  | 
    Normal bajo a normal  | 
    Normal a normal -alto  | 
    Normal a superior  | 
    Normal alto a superior  | 
  |||||
P A R T I C I P A N T E S  | 
  ||||||||||||
0 a 1  | 
    9  | 
    
  | 
    
  | 
    
  | 
    
  | 
    
  | 
    
  | 
  |||||
2  | 
    
  | 
    3  | 
    
  | 
    
  | 
    
  | 
    
  | 
    
  | 
  |||||
3  | 
    
  | 
    
  | 
    35  | 
    
  | 
    
  | 
    
  | 
    
  | 
  |||||
4  | 
    
  | 
    
  | 
    
  | 
    47  | 
    
  | 
    
  | 
    
  | 
  |||||
5  | 
    
  | 
    
  | 
    
  | 
    
  | 
    17  | 
    
  | 
    
  | 
  |||||
6  | 
    
  | 
    
  | 
    
  | 
    
  | 
    
  | 
    8  | 
    
  | 
  |||||
7 u 8  | 
    
  | 
    
  | 
    
  | 
    
  | 
    
  | 
    
  | 
    3  | 
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Se confirma que un desastre es un acontecimiento que  afecta los sentimientos humanos produciendo daños, abarcando los estados del  sueño y todas las consecuencias adversas como resultado de múltiples  alteraciones. Se puede decir que cualquier ruptura brusca de la normalidad  puede desatar un desastre. Los niños y niñas presentaron las siguientes  reacciones:
  Reacciones emocionales: dolor, tristeza, miedo,  indefensión, ansiedad, enfado, sentimientos de culpa y vergüenza.
  Reacciones cognitivas: Negación, incredulidad,  confusión, poca concentración, sensación de inseguridad, desorientación,  dificultad de atención, pensamientos recurrentes.
  Reacciones físicas: problemas de sueño, llanto,  sollozo, taquicardias, sudoración, náuseas, vómito, diarrea, sobresaltos e  hiperactividad. 
  Mecanismos para afrontar las emociones negativas que  se identificaron: 
Empatía. La mayoría expresa que desarrolló la  empatía al observar la angustia y el llanto de las demás personas –adultos y  niños- cuando la corriente del río se llevó animales.
  Comunicación. Se trata del lenguaje y expresión de  los niños al hacerles preguntas, razonar, jugar, poner ejemplos. Por ejemplo, guardan  silencio mientras los demás hablan y responden a las preguntas: "¿has  entendido?", "¿estás de acuerdo con lo que he dicho?".
  Los niños de 10 a 12 años presentaron mayor manejo  de emociones secundarias y a través de su comunicación expresaron el amor,  vergüenza y ansiedad; se sentían más seguros al hablar de ello y al asimilar  que estas emociones se presentan. Para ellos, era como cuando presentan un  examen. Manifestaron: “me doy cuenta de mi miedo o ansiedad, pero sé que puedo  y debo hacerlo y que no me pasará nada”, “puedo decirlo y al decirlo me siento  mejor”, “entiendo y comprendo cómo se sienten otros y podría ayudar”.
Finalmente se logró compartir y reconocer el impacto  psicosocial y emocional de la emergencia o desastre en las vidas de cada uno/a  de los participantes y se generó un espacio de contención emocional grupal que  posibilitó tomar conciencia de que lo que nos ocurre de manera individual le  sucede también a otros y que se puede obtener apoyo de nuestros pares.
Bibliografía
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