La regionalización en el estado de guerrero: antiguas y nuevas regiones
Regionalization in warrior status: old and new regions
  
    Regionalização, no estado de Guerrero: velho e novas regiões
DOI: http://dx.doi.org/10.23913/ricsh.v6i11.110
  
  Mario Martínez Rescalvo
  Unidad Académica de Antropología Social, Universidad Autónoma de  Guerrero, México
  rosaldiaz@yahoo.com.mx
Rosalba Díaz Vázquez
  Unidad Académica de Antropología Social, Universidad Autónoma de  Guerrero, México 
  rescalvo@yahoo.com
Resumen
El presente trabajo analiza las distintas etapas históricas y los criterios utilizados para definir la regionalización en el estado de Guerrero, para lo cual toma en cuenta la discusión de distintas disciplinas sobre el tema. Los criterios económico-geográficos y políticos siguen prevaleciendo por encima de otros criterios como la lengua, la cultura o la planeación. En la conformación de las regiones no sólo intervienen los grupos dominantes —los poderes central y local las planifican según sus intereses—, sino también las relaciones de parentesco, la identidad étnica y la cooperación intercomunal, lo que define espacios que no necesariamente coinciden con el ámbito de influencia de los núcleos de poder.
Palabras clave: regionalización, estado de Guerrero, conformación municipal, territorio.
Abstract
This paper analyzes the  different historical stages and the criteria used to define the regionalisation  in the State of Guerrero, which takes into account the discussion of different  disciplines on the subject. The economic-geographic and political criteria  prevail above other criteria such as language, culture and planning. The  formation of regions not only involves key groups -central and local powers  planning them according to their interests- but also the relations of kinship,  ethnic identity and intercommunal cooperation, what defines spaces that do not  necessarily coincide with the sphere of influence of the core power.
Resumo
  
Este artigo  analisa as diferentes fases históricas e os critérios utilizados para definir a  regionalização no estado de Guerrero, para o qual leva em conta a discussão de  diferentes disciplinas sobre o assunto. Os critérios económicos, geográficos e  políticos ainda prevalecem sobre outros critérios, tais como a língua, a  cultura ou planejamento. Em regiões de formação envolvidos não só os poderes  central e local -o o plano de acordo com seus próprios interesses, mas também  de parentesco, etnicidade e de cooperação intercomunitária grupos dominantes,  que definem espaços que não coincidem necessariamente com a esfera de  influência dos núcleos de poder.
Palavras-chave: regionalização, estado de Guerrero, cidade território conformação.
Fecha Recepción:     Julio 2016     Fecha  Aceptación: Enero 2017
Introducción 
  Uno de los objetivos de este ensayo  es brindar un panorama de los procesos de regionalización en el estado de  Guerrero. 
  Pretendemos hablar aquí́ de región  como espacio y contexto, y de la “regionalización” como instrumento  metodológico, aunque la región además se entiende como un proceso en constante rearticulación.  En su sentido más integral, este concepto permite la “comprensión de los  procesos e interrelaciones en los que han estado inmersos distintos grupos o  sectores de población que comparten un determinado espacio físico y procesos  históricos que cristalizan en una determinada configuración cultural”  (Castilleja, 2001, p. 22).
  Muchos son los enfoques teóricos  desde los cuales se ha procedido a la división de los territorios en regiones  que constituyen una forma importante de abordar el conocimiento de grandes  unidades territoriales, ya que permiten analizar los fenómenos sociales a nivel  municipal y regional, mostrando las interacciones de la sociedad, el medio  ambiente, el entorno y la historia.
  La región es una construcción teórica  que en un principio puso énfasis en las características del medio geográfico,  dando origen a las llamadas regiones naturales, y posteriormente el énfasis se  puso en las actividades y el potencial productivo, por lo que surgieron las regiones  económicas. Por otro lado, los historiadores reconocieron áreas geográficas  donde tuvieron lugar hechos sobresalientes y así fue como se construyeron las regiones  históricas; mientras los antropólogos pusieron el acento en la diversidad  étnica y cultural de los espacios, reconociendo la historia compartida de sus  habitantes, quienes generan procesos de pertenencia e identidad específicos. 
Actualmente, las ciencias sociales, los  geógrafos, los economistas, los historiadores y los antropólogos han  enriquecido el concepto de región, permitiendo el análisis desde una perspectiva  interdisciplinaria; sin embargo, persisten criterios diferentes en la regionalización  de territorios. 
Método 
  La discusión sobre la división  político-administrativa del estado de Guerrero tiene vigencia dado que los  conflictos persisten y su solución implica sopesar las aspiraciones de los  sujetos sociales en los municipios y regiones particularmente considerados. 
El enfoque metodológico utilizado  para el abordaje científico y objetivo del tema regional es el pensamiento  sistémico, ya que este problema se compone de una serie de elementos muchas  veces separados en términos de espacio y tiempo, pero relacionados en el mismo  esquema. Dado que el problema se aborda desde diversas perspectivas, no hacemos  una sola lectura sobre el proceso de regionalización en Guerrero, por lo que  presentamos una sinopsis de los diferentes criterios de organización  territorial que se han ideado y de los antecedentes más relevantes del proceso, desde la época prehispánica hasta la  creación de los nuevos municipios en diferentes periodos de tiempo, así como  las más recientes demandas de remunicipalización. Este recorrido histórico  tiene el objetivo de resaltar ciertas discusiones y algunas recurrencias, sin  pretender contar la historia extensa de la entidad. Para ello se  revisaron ampliamente fuentes oficiales que señalan las distintas propuestas de  regionalización, así como trabajos académicos de geógrafos, economistas,  antropólogos e historiadores que han contribuido a generar otras propuestas y a  revisar las ya existentes. 
Discusión 
  La conformación histórica regional
  Las regiones actuales del estado de  Guerrero se han definido principalmente por consideraciones geográficas y  económicas, como se verá más adelante. Sin embargo, algunas, si no es que  todas, han compartido en el pasado experiencias históricas que se reflejan en  las características específicas de la cultura regional.
  Ciertamente el territorio que ocupa  el hoy estado de Guerrero ha sufrido a lo largo de su historia diversas  divisiones y subdivisiones. En la época prehispánica formaba parte de un área  conocida como Mesoamérica, donde se asentaron diversas culturas. Tribus  indígenas fueron asentándose poco a poco, ya fuera debido a migraciones, o por  conquistas o alianzas, de tal manera que se fueron conformando espacios que con  el tiempo configuraron zonas militares-administrativas que más tarde darían  forma a regiones completas, como fue el caso de las provincias tributarias de  la Triple Alianza. A la llegada de los españoles, el actual territorio  guerrerense estaba conformado por seis provincias tributarias y dos señoríos  independientes que no habían sido sometidos. 
  Tlachco,  Tepecoacuilco, Tlalcozautitlan, Quiauhteopan, Tlauhpa y Cihuatlan, eran las  provincias establecidas tras el dominio militar de la Triple Alianza, ocurrido  entre 1431 y 1487. El de Yopitzingo y el de los purépechas constituían los dos  señoríos independientes. Tres provincias más invadían parte del territorio  guerrerense: Ocuilan, Cuauhnahuac y Yoaltepec.
  La ubicación de  las seis provincias, a grandes rasgos era la siguiente:
  Cihuatlan comprendía la región que hoy  llamamos Costa Grande, a partir de un punto alrededor de Acapulco y hasta la  desembocadura del río Balsas, en los límites del actual estado de Michoacán. Tepecuacuilco se extendía desde Tetela  del Río hasta Tlalcozautitlan, cubriendo partes de la cuenca media del río  Balsas en la región central norte de Guerrero (Litvak King, 1971, p. 39). Tlachco “confina con Tenango y  Gueistaca, Iguala y Tepequaquilco y Tasmalaca y Tamagacapa: tiene de término  cuatro leguas y media y tres de ancho” (Paso y Troncoso, 1905, p. 255). Esta  provincia incluía los actuales municipios de Taxco, Tetipac, Pilcaya y Pedro  Ascencio Alquisiras, parte de Buenavista de Cuéllar y de Zacualpan (estado de  México).
  La provincia que encabezaba Tlalcozautitlan estaba integrada por  ocho pueblos, localizados en parte de los municipios de Copalillo, Huitzuco,  Zitlala y Ahuacuotzingo. La provincia de Tlauhpa o Tlappan abarcaba la mayor parte de lo que hoy conocemos como la  Región de la Montaña. Quiauhteopan es la provincia que siguiendo la  actual división municipal quedaba completamente en los actuales municipios de  Olinalá y Cualac. 
  El señorío purépecha, ubicado en la  parte noroeste, comprendía la totalidad de la Región de Tierra Caliente. Los  señoríos yopes, mejor conocidos como el Yopitzingo, ocupaban la parte  centro-sur del estado y abarcaban los actuales municipios de San Marcos y  Tecoanapa, y parte del de Acapulco.
  Esta configuración permaneció hasta  la conquista. Las provincias tributarias tuvieron como principal función, por  una parte, el control militar de los centros productores de oro, cobre y  algodón, y por otra, la obtención de productos básicos para el imperio. Puede  decirse que la existencia de estas provincias constituye el punto de partida  para los siguientes cambios territoriales. En un principio lo que importaba era  el tributo, así que tras la conquista Hernán Cortés utilizó la misma estructura  del imperio azteca para obtenerlo. Más tarde se implantó el sistema de  encomiendas, que en general se adaptó a las antiguas provincias tributarias.
  Establecido el régimen virreinal,  durante su larga existencia se dieron en el territorio de la Nueva España  varias clases de divisiones que la mayoría de las veces coexistían; era común  en esa época la superposición de jurisdicciones civiles y eclesiásticas. La  iglesia, por su parte, estableció arzobispados y obispados; y la división  territorial administrativa-judicial se dividió en audiencias, subdivididas a su  vez en gobiernos, corregimientos y alcaldías mayores; hubo también una  administración fiscal y provincias internas e intendencias al término de la  época colonial.
  Así tenemos que hacia 1750 el actual territorio  del estado de Guerrero estaba comprendido dentro de los obispados de Michoacán,  México y Puebla y existían 11 alcaldías mayores: Guayameo y Zirándaro, del  obispado de Michoacán; Zacatula, Ajuchitlán y Tetela del Río, Zacualpan e  Ixcateopan, Tasco, Iguala, Tixtla, Chilapa y Ciudad y puerto de Acapulco del  obispado de México; Igualapa y Tlapa que pertenecían al obispado de Puebla  (Commons, s/f, p. 125). 
  Esta división en alcaldías y  corregimientos permaneció hasta 1786, año en que la Corona española estableció  el sistema de intendencias, quedando el territorio incluido en su mayor parte  en la Intendencia de México y otra parte en la Intendencia de Michoacán: la  alcaldía de Guayameo y Zirándaro pertenecía a la de Michoacán; las alcaldías de  Zacatula, Tetela del Río, Zacualpan e Ixcateopan, Taxco e Iguala, Tixtla y  Chilapa, Tlapa, Igualapa y el gobierno de la Ciudad de los Reyes y puerto de  Acapulco pertenecían a la Intendencia de México, es decir, el territorio del  actual Guerrero estaba constituido por ocho alcaldías y un gobierno.
  En 1792 se introdujo un nuevo cambio  al ser abolidas las alcaldías y corregimientos, quedando las intendencias ahora  divididas en jurisdicciones menores llamadas subdelegaciones; la subdelegación  de Tlapa pasó a pertenecer a la intendencia de Puebla (Commons, pp. 125-129). 
  Consumada la Independencia, el Acta  Constitutiva de la Federación, expedida el 31 de enero de 1824, establecía en  su séptimo artículo los que “por ahora eran los Estados de la Federación”, no  figurando ninguna entidad política en el sur, no obstante que los  representantes de Chilapa promovieron que se constituyera un nuevo estado. Por  lo tanto, el actual territorio guerrerense siguió dependiendo de México,  Michoacán y Puebla.
  La mayor parte quedaba sujeta al  estado de México: el Distrito de Acapulco que comprendía los partidos de  Acapulco, Chilapa, Tixtla y Zacatula y el Distrito de Tasco que comprendía los  partidos de Tasco, Temascaltepec, Tetela del Río y Zacualpan. Coyuca era  municipalidad del distrito de Huetamo, del estado de Michoacán. Por su parte,  en la instalación del Congreso Constituyente del Estado Libre y Soberano de la  Puebla de los Ángeles, también de 1824, se estableció que Ometepec y Tlapa  –entre otros– eran partidos de esa soberanía (Gobierno  de Puebla, 1827). 
  El 27 de octubre de 1849 se erigió el  Estado de Guerrero con porciones territoriales que cedieron los estados de  México, Puebla y Michoacán. El estado de México contribuyó con los distritos de  Acapulco, Chilapa y Taxco; Puebla con el distrito de Tlapa, y Michoacán con la  municipalidad de Coyuca. El 12 de marzo de 1850, la primera Legislatura Local  estableció la división territorial provisional que dividió al estado en nueve  distritos.
  No es nuestra intención reseñar hasta  el siglo XXI la serie de cambios por los que ha atravesado en su devenir esta  entidad suriana, ni enumerar la larga lista de conflictos en la configuración  de sus actuales distritos y municipios que históricamente expresan la fuerte  tradición caciquil y caudillista que ha caracterizado a Guerrero; sin embargo,  sí es importante resaltar que estudiosas de la entidad, como Danièle Dehouve  (2002) y Catharine Good (2007), han destacado en sus trabajos cómo las  características físicas y ecológicas del territorio guerrerense le dieron  ciertas particularidades, desde el siglo XVI, a la presencia española en la  entidad, definiendo sus intereses. Asimismo, han identificado algunos  antecedentes particulares que explican la existencia de una población indígena  muy vital en algunas regiones de Guerrero. 
  Good destaca la importante presencia  de comunidades nahuas a lo largo de la cuenca del río Balsas y hacia el norte  del estado, alrededor de Taxco e Iguala. Resalta también la convivencia pasada  y presente, en el mismo territorio, de nahuas, tlapanecos y mixtecos en la  Región de la Montaña y la gran diversidad étnica y cultural de la Costa Chica  con una población afromexicana importante junto con viejos asentamientos  españoles y distintas comunidades indígenas de diferentes grupos lingüísticos,  entre ellos nahuas, mixtecos y, sobre todo, la población de amuzgos (Good, 2007,  pp. 254-255). 
Por otra parte, también destaca que  actualmente tanto la Tierra Caliente como la Costa Grande están pobladas  principalmente por comunidades campesinas que hablan español. De igual modo,  subraya la existencia en Tierra Caliente de una cultura local que se comparte  con las regiones colindantes de Michoacán y el Estado de México, y en tal  sentido destaca que “las regiones culturales, sociales e históricas trascienden  las fronteras políticas del actual estado de Guerrero, por lo que habría que  considerar, de manera integral, parte de los actuales estados de México,  Morelos, Puebla y Oaxaca” (Good, p. 255).
Criterios de regionalización en México y en Guerrero 
  El territorio nacional se ha dividido  de acuerdo a diferentes regionalizaciones, cada una con objetivos claros y  definidos, algunas veces, como señalan Cristina Hernández y Melba Pría, para el  caso de las regiones con fuerte presencia nativa, “con incidencia en regiones  indígenas o tomando como uno de los criterios a esta población”, aunque son  “significativamente escasas las que emplean en su construcción a la población  indígena como indicador primario” (Hernández y Pría, 2000, p. 22).
  Para el caso específico del Estado de  Guerrero, la regionalización, tal como la conocemos actualmente, tuvo su  primera justificación a mediados de los años setenta del siglo pasado, aunque  ya antes, cabe decirlo, se hablaba de manera natural de las “regiones” del  estado. Así, por ejemplo, Héctor F. López, en el Diccionario geográfico, histórico, biográfico y lingüístico del Estado  de Guerrero, publicado en 1942, distingue tres regiones principales en la  entidad “por su configuración, clima, producciones, costumbres, modo de vivir y  carácter de las gentes: la región llamada de la Sierra, que es la más  montañosa; la región de la cuenca del Balsas o Tierra Caliente y las costas  Grande y Chica” (López, 1942, p. 365). Igualmente, en 1949, Moisés T. de la  Peña, en su ya clásico estudio Guerrero Económico, agrupó a los  municipios en tres grandes regiones: la Costa, la Tierra Caliente y la Sierra.
  Algunos años antes, el profesor  Gonzalo Ramírez Rodríguez elaboró una Geografía  ilustrada histórica escolar del Estado de Guerrero, que lamentablemente no  se publicó, en la que define “siete regiones naturales: Costa Grande, Costa  Chica, Mixteco-Tlapaneca, Centro, Sierra, Tierra Caliente y Norte” (Castorena,  2004, p. 1437). Este trabajo fue visionario, pues vislumbraba ya una futura  regionalización. Desconocemos si los encargados de la primera regionalización  oficial de la entidad tuvieron acceso a este trabajo que permanece inédito.
  En la década de los años setenta del  siglo pasado, de acuerdo a la propuesta de división del territorio nacional en  regiones, con fines de planeación para el desarrollo que promovía Ángel Bassols  Batalla, también en Guerrero se discutía la división de la entidad en regiones  geoeconómicas. Fue en 1975 cuando el gobierno del estado empezó a adoptar una  regionalización que tuvo la intención de normar las funciones de planeación,  programación y operación del sector público, dentro de lo que se denominó  Comité Promotor del Desarrollo Socioeconómico del Estado de Guerrero. Dicha iniciativa  surgió del gobierno federal a través de la Secretaría de Programación y  Presupuesto, con la intención de homogeneizar criterios, tanto de recopilación  de información como de programación de sus actividades (Arroyo y Obregón, 1986,  p. 87). Sin duda, la propuesta más seria la realizó la Dirección de Planeación  Económica del Gobierno del Estado y proponía la división del territorio  guerrerense en seis zonas o regiones: Zona Centro, Costa Chica, Costa Grande,  Zona Norte, La Montaña y Tierra Caliente (Saucedo, 1975, pp. 6-9). La entidad estaba  conformada por 75 municipios, y Acapulco formaba parte en esta primera  regionalización de la Costa Chica. Raúl Luna Mayani, quien publicó en 1976 su Geografía Moderna del Estado de Guerrero,  compartía en general esta propuesta pero discrepaba en dos criterios con la  dependencia mencionada. En el primer caso disentía con dividir a la costa  guerrerense en dos porciones, Costa Grande y Costa Chica, pues decía,  “constituyen una sola región geoeconómica, tanto porque los distintos rasgos  del relieve, el clima, los suelos, la hidrografía, la vegetación y los demás  recursos naturales son semejantes, como porque ambas tienen las mismas  actividades productivas” y, en consecuencia, concluía, “debió integrarse una  región funcional o de núcleo, cuya base es la ciudad de Acapulco, puesto que es  el polo de atracción de todas las actividades económicas de la región costera”  (Luna, 1976, pp. 295-296). 
  El segundo criterio con que  discrepaba tenía que ver con la inclusión del municipio de Juan R. Escudero  dentro de la Región Costa Chica, “debido a que tiene más afinidad con la Zona  Centro, cuya base es la ciudad de Chilpancingo. Por lo demás es notorio que los  habitantes de Tierra Colorada no se consideren costeños” (Luna, p. 296).
  El criterio de Paucic es parecido en  su Geografía, publicada en 1980, donde  consignó 5 regiones geoeconómicas: Tierra Caliente, Región Norte, Región  Oriental, Región Central y la Costa -Grande y Chica- (Paucic, 1980, p. 13). Sin  embargo, prevaleció el criterio de dividir a la Costa en Grande y Chica. 
  En el gobierno de Alejandro Cervantes  Delgado, el Comité Promotor se transformó en la Coordinación de Planeación del  Desarrollo Socioeconómico del Estado de Guerrero (COPLADEG), cuya propuesta de  regionalización incluía las condiciones físico-naturales, sociales y económicas.  A partir de 1983, con fines de planeación económica y por su importancia, al  presentar los indicadores de mayor actividad económica y concentrar más del 40 %  de la población de la entidad, Acapulco pasó a constituir la séptima región  geoeconómica. 
  Desde entonces en Guerrero se  reconocen siete regiones y los 75 municipios existentes se distribuyen en  dichas regiones. 
Nuevos municipios, nuevas regiones
  Hasta marzo de 1992, Guerrero contaba  con 75 municipios, Acatepec se desprendió en 1993 del municipio de Zapotitlán  Tablas, segregándole 45 localidades, pasando a ser el municipio número 76  (Periódico Oficial, 1993, pp. 8-9); Marquelia hizo lo propio en el 2001 al  separarse de Azoyú. Ya  para finalizar los trabajos de la LVI Legislatura local, Hueycantenango se  segrega de Chilapa en noviembre del 2002, convirtiéndose en el municipio número  78, ahora con el nombre de José Joaquín de Herrera; Cochoapa el Grande, también  en el mismo mes, se separa de Metlatónoc.  El municipio de Juchitán se creó el año de 2004 y al cercenar territorio  también del de Azoyú e Iliatenco se disocia de Malinaltepec un año después,  constituyendo el municipio número 81.
  La conformación regional y municipal  que se ha dado en el Estado de Guerrero ha obedecido a criterios  económico-geográficos y a consideraciones de tipo político principalmente. Esto  último lo pudimos apreciar con la creación del municipio de Acatepec, pues  después de un largo conflicto interno en el municipio de origen y en el que  ciertamente junto con sus anexos, Acatepec ocupaba más de la mitad del  territorio municipal, por lo que se decidió que la solución al problema -que ya  había costado vidas humanas-, era la creación de un nuevo municipio. Parecido es  el caso de Cochoapa, cuyo conflicto con Metlatónoc es de larga data. Estos son solamente ejemplos recientes, ya que revisando la historia de otros  municipios se ha presentado la misma situación. 
  Los criterios mencionados se han  impuesto por encima de otro tipo de consideraciones, como la lengua, la  cultura, o incluso la planeación. En ese sentido haría falta profundizar en el  tema de la región sociocultural, que se entiende como aquella "región percibida-vivida".  Esta última concepción de la región nos permitiría acceder a su composición  cultural, ya que la percepción del espacio depende en gran medida de la memoria  histórica de sus habitantes (Giménez, 2000). Por falta de espacio en este  artículo no se desarrolla el tema, sin embargo, en el estado las regiones  socioculturales han sido poco tomadas en cuenta en las propuestas de  regionalización, donde han prevalecido los criterios arriba señalados. 
  Es preciso también mencionar que  algunos pueblos, sobre todo en la Región de la Montaña, fueron fundados a  partir de ocupaciones de territorio de manera temporal. Es decir, para cuidar  sus terrenos de pueblos vecinos era necesario poblar ciertas áreas para evitar  posibles invasiones; es el caso, por ejemplo, de comunidades como Tepecocatlán  en el municipio de Atlamajalcingo del Monte, Alpoyecancingo en el municipio de  Tlapa y de Tenexcalzingo del de Copanatoyac, pueblos fundados con tales  objetivos. Profundizar en estos aspectos va más allá del objetivo de este  trabajo.
  Por otra parte, las demandas de  remunicipalización tendrían que ser justificadas técnica y jurídicamente en la  cuestión formal y legal (infraestructura básica, población, etcétera), pero lo  realmente de fondo tiene que ver con la voluntad de los pueblos de conformar  nuevas jurisdicciones municipales que permitan resolver sus añejos conflictos,  evitar los cacicazgos igualmente añejos y ejercer al fin su autonomía.
  Observamos entonces  que en la regionalización de la entidad están presentes criterios geográficos y  económicos que reconocen, como es obvio, ciertas características geográficas y  sus rasgos económicos. Sin embargo, no solamente las características  socioeconómicas deben tomarse en cuenta en la actual regionalización del  estado, pues las peculiaridades de su desarrollo y los acontecimientos  históricos nos permiten diferenciar mayor homogeneidad en la integración de  ciertas regiones que en otras, e incluso la cuestión política tampoco puede  obviarse. El caso de Acatepec nos ilustra al respecto.
  Con diferente  intensidad en el debate, diferentes dirigentes sociales, políticos y académicos  han discutido de manera formal e informal una nueva propuesta de  regionalización que incluiría tres nuevas regiones o subregiones: la Sierra, la  Costa-Montaña y Alto Balsas. Sin embargo, la propuesta más fuerte y que ha  generado mayor consenso —por la identidad microregional—, incluso en el  gobierno del estado, es la de la Sierra. Tanto los costamontañeses como los  nahuas del Alto Balsas han protagonizado procesos distintos.
  La propuesta de  convertir a la Sierra como la octava región cobra ímpetu en cada sexenio. A  manera de ejemplo citaremos una nota publicada en el periódico Pueblo. En  marzo de 2004, dirigentes del Consejo Regional de la Sierra de Guerrero  (CRESIG) explicaron que son “quince municipios los que engloba La Sierra y que  no hay interés por parte del gobierno del estado por aterrizar este asunto,  porque reconocer a La Sierra como la octava región lleva implícitos los nuevos  municipios y revisar la redistribución electoral. Argumentan a favor que el  Congreso apruebe esta región, la necesidad de que haya autoridades municipales  ya que sin “la presencia institucional, los problemas de inseguridad, rezago en  educación, salud, proyectos productivos y de infraestructura de caminos  seguirán en ascenso por la falta de autoridad” (Pueblo, 2004, p. 14).
  Por su parte, Tomás Bustamante y  Antonio Cervantes en Plan estratégico de  desarrollo de la Sierra de Guerrero, publicado en el 2005, la definen  territorialmente “como la parte de la Sierra Madre del Sur, dividida  administrativamente en las regiones de la Costa Grande, Centro y Tierra  Caliente” y señalan que “a esta región la forman la parte alta de los  municipios de Coyuca de Benítez, Atoyac de Álvarez, Técpan de Galeana,  Petatlán, José Azueta, Coahuayutla, Zirándaro, Coyuca de Catalán, Ajuchitlán  del Progreso, San Miguel Totolapan, Chilpancingo, Leonardo Bravo y todo el  municipio de Heliodoro Castillo”, es decir, 13 municipios, “con una superficie  total estimada de 18 797 Km2” (Bustamante y Cervantes, 2005, p. 23).
  Sin embargo, también se han escuchado  voces que consideran que no se justifica ni la creación de nuevos municipios ni  tampoco de nuevas regiones, por ejemplo, José Antonio Ayala, al recibir el  Premio al Mérito Civil Municipal y Desarrollo Comunitario “Moisés Ochoa  Campos”, el 27 de octubre del 2009, expuso sus argumentos en contrario,  señalando entre otras cosas que la creación de los seis nuevos municipios ha  obedecido a fundamentos y “circunstancias poco objetivas, como el acuerdo  eminentemente político con el PRT en el caso Acatepec en el gobierno de José  Francisco Ruíz Massieu, o de las apreciaciones hasta de oriundez de sus  antepasados en el caso del ex gobernador René Juárez Cisneros”. Y apoyando sus  argumentos refiere que Bassols Batalla fundamenta “que las regiones y los  municipios no se inventan, sino que se identifican”, y además hizo al  gobernador Zeferino Torreblanca Galindo la siguiente petición: 
  […] que sea  modificada la actual Ley Orgánica del Municipio Libre del Estado de Guerrero,  en especial en sus Artículos 12, 13, 13 A, 13 B y 14, para que se desaliente la  creación de Delegaciones Municipales como órganos administrativos  desconcertados por territorio, como lo marca el artículo 18 de la Ley de  referencia, para con todo esto se fortalezca la vida municipal en nuestro  Estado (Ayala, 2009). 
No obstante, en el gobierno de Ángel  Aguirre Rivero se retomó nuevamente la propuesta y el gobernador se comprometió  a mandar el decreto de creación de la octava región. Ahora se habla de que la  nueva Región de la Sierra se conformará con mil 287 comunidades de 14  municipios de las regiones Centro, Tierra Caliente y Costa Grande, en un área  territorial aproximada de 553 km2. El surgimiento de la Región de la  Sierra llevaría a la creación de seis nuevos municipios.
  En un proceso completamente distinto,  que tuvo que ver más con dinámicas locales (y estatales) reivindicativas de un  territorio en peligro —por la construcción de la presa en San Juan Tetelcingo,  que invadiría los pueblos de la ribera alta del río Balsas—, que como sabemos emergió  victorioso al menos hasta hoy, produjo la unión de los pueblos nahuas de cuatro  municipios y el reforzamiento de su identidad, reivindicando una historia  común. 
  La dinámica de su lucha, no exenta de  fuertes diferencias entre sus dirigentes, los llevó al planteamiento de un  nuevo proyecto regional: la región del Alto Balsas. Sin embargo, al agotarse el  movimiento, o quizá porque se logró impedir la construcción de la presa, la  propuesta decayó (Hémond, 1999). 
  Los nuevos procesos sociales en el  oriente de Guerrero, concretamente en las regiones de la Montaña y Costa Chica,  están obligando a una nueva configuración territorial, donde por ejemplo ya se  habla de una región intermedia o subregión que sería la Costa-Montaña, que  tentativamente estaría integrada por comunidades de los actuales municipios de  Acatepec, Tlacoapa, Malinaltepec, Iliatenco y Metlatónoc por la Montaña, y  Ayutla, Azoyú, San Luis Acatlán, Igualapa y Tlacoachixtlahuaca por la Costa  Chica, teniendo como principal centro de intercambio a la ciudad de San Luis  Acatlán. 
  Del parteaguas de la sierra hacia las  planicies costeras se ha intensificado una relación económica entre los pueblos  ubicados en esa área. Esta “nueva región” cuya propuesta no está consensada  todavía, traería consigo el desmembramiento de algunos municipios, e  independientemente de que en el futuro esta nueva región pueda ser reconocida  oficialmente las demandas de remunicipalización ahí están: Santa Cruz el Rincón  de Malinaltepec, Pueblo Hidalgo de San Luis Acatlán; Chilixtlahuaca y  Zitlaltepec de Metlatónoc. 
  Iliatenco, que se desprendió de  Malinaltepec, Marquelia y Juchitán, surgidos de Azoyú, es un ejemplo reciente  de estas demandas; todos son pues ejemplos concretos de la nueva configuración  que se vislumbra.
  La nueva configuración territorial  estaría retomando los viejos circuitos de intercambio, nunca cancelados pero  aprovechando actualmente las nuevas vías de comunicación, lo que por las  características naturales de esta área la haría una zona socioeconómica de  importancia.
  Sería pues un poco aventurado decir  cuál va a ser el futuro de las regiones Montaña y Costa Chica en la coyuntura  actual en que los pueblos indígenas están tomando sus propias decisiones, la  creación de nuevos municipios no es remota; se habla de lograr una mayor  autonomía, lo que implicaría una nueva distribución territorial y  administrativa, y una diferente aplicación de los recursos para el desarrollo  social.
  Esta nueva configuración no es sólo  territorial, sino que se puede ejemplificar con las nuevas prácticas económicas  representadas por la migración, la introducción de nuevos cultivos, la erosión  cultural, la articulación de la fuerza de trabajo a otros mercados y el  reciente deterioro social enmarcado en una mayor y constante violación de  derechos humanos, el divisionismo político de partido, las pugnas entre nuevos  cacicazgos administrativos y un creciente clima de violencia e inestabilidad  social.
  Considerando que en nuestro país la  base de la integración territorial del Estado es el municipio, es factible que  los municipios en estas regiones se reestructuren, pensando asimismo que el  nuevo reordenamiento territorial termine con las pugnas intercomunitarias y la  dispersión, y se propicie una mayor participación en la toma de decisiones.
  Podemos decir finalmente que de tener  éxito y aprobarse estas “nuevas regiones”, en la historia de Guerrero sería la  primera vez que las propuestas surgieran desde los pueblos y sus dirigentes y  no desde el gobierno.
  A continuación se indican las siete  regiones y los 81 municipios que oficialmente se reconocen en Guerrero hasta  septiembre de 2016:
  Acapulco: Acapulco de Juárez.
  Centro: Ahuacuotzingo,  Chilapa de Álvarez, Chilpancingo de los Bravo, Eduardo Neri, Gral. Heliodoro  Castillo, José Joaquín de Herrera, Juan R. Escudero, Leonardo Bravo, Mártir de  Cuilapan, Mochitlán, Quechultenango, Tixtla de Guerrero, Zitlala.
  Costa Chica: Ayutla, Azoyú, Copala, Cuajinicuilapa, Cuautepec,  Florencio Villarreal, Igualapa, Juchitán, Marquelia, Ometepec, San Luis  Acatlán, San Marcos, Tecoanapa, Tlacoachistlahuaca, Xochistlahuaca. 
  Costa Grande: Atoyac de Álvarez, Benito Juárez, Coahuayutla de  José María Izazaga, Coyuca de Benítez, Petatlán, Técpan de Galeana, La Unión de  Isidoro Montes de Oca, Zihuatanejo de José Azueta.
  Montaña: Acatepec, Alcozauca de Guerrero, Alpoyeca, Atlamajalcingo  del Monte, Atlixtac, Cochoapa el Grande, Copanatoyac, Cualac, Huamuxtitlán,  Iliatenco, Malinaltepec, Metlatonoc, Olinalá, Tlacoapa, Tlalixtaquilla de  Maldonado, Tlapa de Comonfort, Xalpatláhuac, Xochihuehuetlán y Zapotitlán  Tablas.
  Norte: Apaxtla, Atenango del Río, Buenavista de Cuéllar, Cocula,  Copalillo, Cuetzala del Progreso, Gral. Canuto Neri, Huitzuco de los Figueroa, Iguala  de la Independencia, Ixcateopan de Cuauhtémoc, Pedro Ascencio Alquisiras, Pilcaya,  Taxco de Alarcón, Teloloapan, Tepecoacuilco de Trujano, Tetipac. 
  Tierra Caliente: Ajuchitlán del Progreso, Arcelia,  Coyuca de Catalán, Cutzamala de Pinzón, Pungarabato, San Miguel Totolapan,  Tlalchapa, Tlapehuala, Zirandaro de los Chávez.
Conclusiones 
  Todo lo  mencionado sobre el desarrollo histórico de la organización regional en el  estado, exige más reflexiones conducentes a proponer un análisis donde se  tengan en cuenta las diferenciaciones espaciales del mismo, sus culturas,  organización socioeconómica y potencial de recursos, accesibilidad, etcétera. 
  Dado que en la  conformación de las regiones no sólo intervienen los grupos dominantes, la  región trasciende el espacio que los poderes, central y local, delimitan y  planifican según sus intereses; la región se delimita también por las  relaciones de parentesco, de identidad étnica y de cooperación intercomunal, las  cuales definen espacios que no necesariamente coinciden con el ámbito de  influencia de los núcleos de poder. Este es un tema que también queda pendiente  por desarrollar. 
  Para explicar el  caso de las nuevas propuestas de regionalización y remunicipalización en el  estado, hay que considerar la organización intrarregional, sus intereses y las  relaciones que la región establece con el poder central, así como las  consecuencias e impacto de las mismas en los ámbitos de la cotidianeidad de los  sujetos y la comunidad. 
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