Remesas familiares y sus efectos en la pobreza
Family remittances and their impact on poverty
Remessas familiares e seu impacto sobre a pobreza
DOI: http://dx.doi.org/10.23913/ricsh.v6i11.105
Ana Margarita Alvarado Juárez
  Instituto de  Investigaciones Sociológicas, Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca
  ana_alvarado38@hotmail.com
Resumen 
  En este trabajo se muestra el papel que juegan  las remesas en la reducción de la pobreza en el municipio de San Lucas  Quiaviní, Oaxaca. Para ello se consideraron las líneas de ingreso empleadas por  el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL,  2010) en la medición multidimensional de la pobreza: la Línea de Bienestar (LB)  y la Línea de Bienestar Mínimo (LBM). En términos metodológicos, se realizó una  encuesta a los jefes de hogar de dicha comunidad para conocer la estructura del  ingreso familiar. Los resultados reflejan que, considerando la línea de  bienestar mínimo de $838.20, la recepción de remesas reduce el porcentaje de  hogares en pobreza alimentaria de 36.3 a 52 %; mientras que si se considera la  línea de bienestar de $1 555.10 las remesas reducen el porcentaje de 77.5 a  88.2 %.
  
  Palabras clave: migración,  remesas, pobreza, Oaxaca.
  
  Abstract
  This paper shows the role played by remittances in the  reduction of poverty in the municipality of San Lucas Quiavini, Oaxaca. Income  lines used by the National Council for the Evaluation of Social Development  Policy (CONEVAL by its name in Spanish, 2010) were considered the  multidimensional poverty measurement: the Wellness Line (LB by its name in  Spanish) and the Minimal Wellness Line (LBM by its name in Spanish). In methodological  terms, a survey was conducted to the heads of the community home to learn the  structure of household income. The results reflect that, considering the  Minimal Wellness Line of $838.20, remittance receipts reduces the percentage of  households in poverty food from 36.3% to 52%; conversely, considering the  Wellness Line of $1555.10 remittances reduce the percentage from 77.5% to  88.2%.
Resumo
  Neste trabalho o papel das remessas na redução da pobreza no  município de San Lucas Quiaviní, Oaxaca é mostrado. Linha Bem-estar (LB) e  Linha Bem-estar mínimo (LBM): Para este rendimento linhas finais empregado pelo  Conselho Nacional de Avaliação da Política de Desenvolvimento Social (CONEVAL,  2010) na medição multidimensional da pobreza que foram consideradas . Em termos  de metodologia, foi realizada uma pesquisa para chefes de família da comunidade  para conhecer a estrutura da renda familiar. Os resultados mostram que,  considerando a linha mínimo de bem-estar de US $ 838,20, recebendo remessas  reduz a percentagem de famílias que vivem abaixo da breadline de 36,3 para 52%;  enquanto ele está considerando a linha de bem-estar $ 1 555,10 remessas reduzir  o percentual de 77,5-88,2%.
  
  Palavras-chave: migração, as remessas, a pobreza, Oaxaca. 
Fecha recepción:   Junio 2016          Fecha  aceptación: Diciembre 2016
Introducción
  La migración de mexicanos hacia Estados Unidos es un fenómeno  de larga historia y de importantes implicaciones en el ámbito económico,  político y social. Dentro de la gama de manifestaciones de la movilidad de  personas se encuentra el envío de dinero desde el extranjero hacia las  comunidades de origen. En los últimos años, en nuestro país, el monto de las  remesas ha sido comparado con indicadores macroeconómicos como el turismo y el  petróleo.
  Las remesas se han integrado a los patrones  de ingreso y consumo de una parte importante de las familias mexicanas, por lo  que cabe esperar que modifiquen las economías locales y regionales. En este  contexto, el presente trabajo pretende aportar elementos empíricos que  contribuyan a la discusión sobre el tema de las remesas y su relación con la  reducción de la pobreza. Uno de los hallazgos de la investigación realizada es  que las remesas logran cubrir las necesidades básicas de la población, en  materia principalmente de compra de productos básicos para la alimentación y  pago de servicios en la vivienda. Sin embargo, estos recursos representan una  superación momentánea de la pobreza, puesto que son ingresos que no tienen una  regularidad constante, lo que no permite efectos multiplicadores en la economía  así como cambios estructurales.
Para  demostrar lo anterior, se expone, en primer lugar, la metodología utilizada en  la investigación, que consistió básicamente en la aplicación de un cuestionario  dirigido a la unidad familiar, cuyo objetivo se orientó a detectar la  composición del ingreso familiar. Con los resultados, se determinaron los  efectos de las remesas sobre la incidencia, brecha y gravedad de la  pobreza alimentaria, considerando las líneas de ingreso empleadas por el  Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL,  2010) para la medición multidimensional de la pobreza: la Línea de Bienestar  (LB) y la Línea de Bienestar Mínimo (LBM). Posteriormente, se incluyen en este  documento los resultados obtenidos de la encuesta antes mencionada que se  aplicó en el municipio de San Lucas Quiaviní. También se describe el contexto  en el que se vive la salida de personas hacia Estados Unidos. Enseguida, se  presenta la discusión teórica del fenómeno analizado con los planteamientos de  autores especialistas del tema. Finalmente, se ubica el apartado de  conclusiones. 
La importancia del estudio de la migración y las remesas en México
La migración de mexicanos hacia Estados Unidos es un fenómeno  observado desde la segunda mitad del siglo XIX y principios del XX ante la confluencia  de dos factores: el primero, relacionado con la expansión de la economía  estadounidense basada en el desarrollo del ferrocarril, la agricultura y la  minería que exigían mano de obra barata, abundante y poco calificada; el  segundo, vinculado con las difíciles condiciones económicas y sociales que se  vivían en México (Alanis, 2007).
  A partir de ese momento, y a lo largo del  siglo XX, adquiere diferentes particularidades, muchas de ellas relacionadas  con las políticas migratorias implementadas por Estados Unidos e impulsadas por  diferentes causas, entre las que se encuentran: los requerimientos de mano de  obra en los sectores agrícola, industrial y de servicios, la diferencia  salarial entre ambos países, la incapacidad de la economía mexicana para emplear  su fuerza de trabajo, así como el apoyo de las redes sociales y familiares.
  Este movimiento poblacional se ha  incrementado a lo largo del tiempo. Así, de acuerdo con la oficina del censo de  Estados Unidos, había 759 000 mexicanos en 1970; 2.2 millones en 1980; 4.3  millones en 1990 y 9 millones de personas para el año 2000. En el año 2004, la  población de origen mexicano con residencia en Estados Unidos se estimó en 26.6  millones de personas entre emigrantes nacidos en México (10.2 millones) y ciudadanos  estadounidenses de ascendencia mexicana.
  Es importante mencionar que los mexicanos  representan la población hispana más grande que vive en Estados Unidos, esto  es, alrededor del 64 % de la población total de hispanos. En cuanto a las  edades, seis de cada diez inmigrantes mexicanos en Estados Unidos tienen entre  15 y 44 años, mayoritariamente varones. El promedio de edad se ubica en 26  años. El mercado laboral en el que se emplean los mexicanos se orienta  básicamente en trabajos de baja calificación y remuneración, de esta manera 1  de cada 4 mexicanos se emplea en actividades relacionadas con la preparación de  alimentos, mantenimiento y limpieza de edificios; 21 % se ocupa en el área de  la producción y el transporte, y 20 % en actividades de la construcción y  reparación (López, 2015).
  La decisión de migrar implica la realización de un proyecto  individual o familiar, que se traduce en la adquisición de una vivienda,  obtener un ingreso mejor remunerado, financiar la educación de los hijos, en  términos generales, mejorar las condiciones materiales en las que vive el  migrante y su familia. Este sueño impulsa el envío de remesas a las comunidades  de origen. Enseguida se analiza la importancia de este tipo de ingresos.
  Actualmente, el monto de los recursos que se  reciben en México por concepto de remesas, es comparado con indicadores  macroeconómicos nacionales como el turismo y el petróleo. De esta manera, en el  año 2005 las remesas representaron la segunda fuente más importante de divisas,  solamente superadas por el petróleo. En los últimos diez años, el flujo de  remesas se ha caracterizado por importantes variaciones: en el 2007 registraron  su máximo histórico de 26 059 millones de dólares, pero en 2008, 2009 y 2010 se  redujeron, siendo la caída más importante en el año 2010 con un monto de 21 304  millones de dólares. Para el año 2015, se transfirieron un total de 24 790  millones de dólares (Banco de México, 2016).
  Cabe resaltar que los envíos provenientes de  Estados Unidos tienen como destino un espacio más o menos acotado del  territorio nacional y constituyen un recurso económico fundamental para el  sostenimiento familiar en las comunidades receptoras. Bajo esta perspectiva,  las cifras nos indican que durante el año 2015, tres estados de la república mexicana  recibieron, cada uno, más de dos mil millones de dólares; estos fueron:  Michoacán (2 530 millones de dólares), Guanajuato (2 262 millones de dólares) y  Jalisco (2 217 millones de dólares). Mientras que otros seis estados  recibieron, cada uno, más de mil millones de dólares por remesas: Estado de  México (1 560 millones de dólares), Puebla (1 370 millones de dólares), Oaxaca  (1 288 millones de dólares), Guerrero (1 277 millones de dólares), Distrito  Federal (1 089 millones de dólares) y Veracruz (1 085 millones de dólares). En  conjunto estas nueve entidades captaron más de catorce mil millones de dólares,  59 % del total de remesas. Es importante mencionar que la remesa promedio  calculada para el año 2015 fue de 292 dólares (Banco de México, 2016).
  En este análisis resulta pertinente  considerar que el estado de Oaxaca se caracteriza por sus altos niveles de  pobreza. El Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social  ubicó a Oaxaca como la tercera entidad con mayor porcentaje de personas en situación  de pobreza multidimensional, esto es 67.2 % respecto del total de su población,  superado por Chiapas con 78.4 % y Guerrero con 67.4 % (CONEVAL, 2012). Si se retoman las líneas de  bienestar, es decir, el valor monetario de una canasta de alimentos, bienes y  servicios básicos para los individuos, 36.8 % de la población en Oaxaca se  ubicó por debajo de esta línea y 68.6 % por debajo de la línea de bienestar  mínimo, que muestra únicamente el valor de la canasta alimentaria.
La relación entre  remesas y pobreza
  Sobre la relación entre remesas y pobreza  existe literatura especializada que ha abordado este tema, llegando a  conclusiones variadas, por ejemplo, Adams y Page (2005) analizaron, mediante  una técnica cross-section, el efecto  de las remesas en una muestra de 71 países en desarrollo. Los resultados  muestran que un incremento del 10 % de las remesas per cápita reduciría en 3.5  % la proporción de personas que viven debajo de la línea de pobreza. 
  Por su parte, Fajnzylber y López (2007) encuentran que las  remesas tienen un efecto positivo en la reducción de la pobreza, la equidad, el  crecimiento y la inversión; esto se debe a los incrementos en el ingreso per  cápita de los países receptores de remesas. Las especificaciones  microeconómicas (basadas en hogares receptores) y de sección cruzada (basadas  en países) sugieren conclusiones similares, explicando que por cada 1 % de  aumento en la proporción de remesas al PIB, el segmento de población viviendo  en estado de pobreza se reduciría 0.4 %. Sin embargo, aclaran que el impacto de  las remesas sobre la pobreza varía entre países en función de su nivel general  de desarrollo.
  En Guatemala, un estudio sobre los efectos de  las remesas internas e internacionales en la pobreza, concluye que las remesas  internas representaron 13.4 % del ingreso total per cápita del hogar, mientras  que las remesas internacionales significaron 20.8 %. Los dos tipos de remesas  reducen la pobreza, esta afirmación tiene como base el análisis de la  estructura de ingresos por deciles, en donde las remesas se concentraron en los  hogares de más bajos ingresos. En el primer decil de los hogares con remesas  internas, esta fuente constituyó 50 % del total de ingresos en promedio y en  los hogares con remesas internacionales éstas conformaron 60 % del ingreso  familiar (Adams, 2004).
  Resultados contrapuestos a los obtenidos en el caso anterior  son presentados por Gosh (2006), quien afirma que, aunque existe una minoría de  receptores pobres, la mayor parte de los migrantes no provienen de hogares en pobreza.  En este sentido, de acuerdo con este autor, de existir el vínculo entre remesas  y reducción de pobreza, éste sería indirecto y se daría por spill-over de las remesas recibidas por  las familias de estos migrantes (Gosh, 2006).
  Para el caso de México, un estudio realizado  en el medio rural del sur-sureste, región con baja participación en la migración  internacional, identificó que las remesas provenientes de Estados Unidos  representaron 6.4 % y un aumento del 10 % impactaría en la incidencia,  profundidad y severidad de la pobreza en 0 %, -0.11 % y -0.11 %  respectivamente. En la región centro-occidente, considerada con altos niveles  de migración internacional, las remesas constituyeron 15.9 %. El mismo aumento  del 10 % en este tipo de ingresos, provocaría una disminución en la incidencia,  profundidad y severidad de la pobreza en 1.68 %, 1.65 % y 1.64 %  respectivamente (Taylor, Mora, Adams y López, 2005).
  Por su parte, Székely y Rascón (2004)  identificaron que la reducción de la pobreza alimentaria, entre los años 2000 y  2002, se debe al efecto del Programa Oportunidades (48 %) y al aumento en las  remuneraciones (44 %), mientras que el efecto de las remesas en la reducción de  la pobreza extrema en esos años fue del 2 %, siendo el mismo efecto en la  pobreza de capacidades y 12  % para el  caso de la pobreza de patrimonio.
  López-Feldman (2011) agrupó comunidades  rurales mexicanas en función de su experiencia migratoria y de un porcentaje de  personas adultas migrantes. La conclusión es que cuanto mayor sea el porcentaje  de adultos con experiencia migratoria, más difundida estará la información en  cada región, lo que contribuye a la difusión de la migración y las remesas a  través de los niveles de ingresos. De esta manera, la región sur-sureste de  México es calificada por este autor con bajo nivel de historia migratoria y,  por lo tanto, los efectos de las remesas sobre la pobreza son inferiores en  comparación con la región de alto nivel de historia migratoria.
  Esquivel y Huerta (2006) estudiaron la  relación entre remesas y la condición de pobreza alimentaria y de capacidades.  Determinaron que las remesas disminuyen la probabilidad de ubicarse en  condición de pobreza alimentaria en 7.7 % y una reducción del 6.3 % para la  pobreza de capacidades. Para el caso de los hogares rurales, la recepción de  remesas disminuye en 10 % la probabilidad de que un hogar se coloque en pobreza  patrimonial, lo que representa una reducción del 15 % en las tasas de pobreza  de los hogares rurales.
  Al analizar los estudios que abordan el impacto de las  remesas sobre la pobreza en México, puede decirse que este tema no ha aportado  los elementos de análisis suficientes para llevar a conclusiones contundentes y  determinar los efectos de este tipo de recursos. En este sentido, el presente  trabajo pretende aportar elementos empíricos que contribuyan a la discusión  sobre el tema de las remesas y su relación con la reducción de la pobreza. 
Materiales  y métodos
  El primer paso para estimar el efecto de las  remesas sobre la pobreza fue la elaboración de un cuestionario que recolectó datos  sobre la unidad familiar: número de integrantes, ocupación, escolaridad, número  y características de los migrantes, principales ingresos procedentes de  remesas, jornales y salarios, transferencias del gobierno, comercio y  autoconsumo.
Posteriormente, se realizó una encuesta a una muestra, probabilística  y aleatoria, de jefes de hogar del municipio de San Lucas Quiaviní, abarcando 24  % de los hogares del municipio, esto es, 102 hogares de un total de 425  registrados en el censo de 2010.
Para cuantificar el efecto de las remesas sobre la pobreza, se utilizaron los indicadores de Foster et al. (1984). Esta metodología permite hacer simulaciones y cumplir con los objetivos planteados.
Donde: 
 es la medida de pobreza, 
 es un vector de ingreso de los hogares en  orden creciente, 
 es la línea predeterminada de pobreza, 
 es el déficit del ingreso del 
 hogar en relación a la línea de pobreza, 
 es el número de hogares en pobreza con ingreso  no mayor a  
,  
 es el número total de hogares y 
 toma valores  de 0, 1 y 2 para obtener la incidencia, brecha  y gravedad de la pobreza.
Reardon y Taylor (1994);  Taylor et al. (2005); Mora y López (2010) señalan que para descomponer 
 por  fuentes de ingreso, y sustituyendo 
 por la  suma de ingresos de cada fuente 
 se tiene:
El  impacto en el nivel de pobreza originado por un cambio porcentual en una fuente  de ingresos, 
, sobre la pobreza, 
, está dado por: 
Donde:
  
 
 es el número de hogares que dejan la pobreza  como resultado de un cambio en la fuente de ingresos.
Para determinar los efectos de las remesas sobre la pobreza  se utilizaron los indicadores de: incidencia, brecha y gravedad de la pobreza  alimentaria; además, se consideraron las líneas de ingreso calculadas por el  Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL,  2010) para la medición multidimensional de la pobreza: la Línea de Bienestar  (LB) y la Línea de Bienestar Mínimo (LBM). El valor promedio en 2013 de las LB  y LBM fue de $1555.1 y $838.2, respectivamente. Dichas líneas de ingreso son  asumidas por 
, de acuerdo a la  metodología.
La incidencia es el porcentaje de hogares,  con respecto al total de hogares, que se encuentran por debajo de la línea de  pobreza; la brecha de la pobreza es la distancia promedio que separa a la  población de la línea de pobreza, y la gravedad o severidad de la pobreza asume  valores entre 0 y 1, donde 0 muestra que la pobreza no es severa y 1 cuando la  pobreza es sumamente severa.
La LB hace posible identificar a la población  que no cuenta con los recursos suficientes para adquirir los bienes y servicios  que requiere para satisfacer sus necesidades alimentarias y no alimentarias,  mientras que la LBM permite identificar a la población que, aun haciendo uso  del total de su ingreso en la compra de alimentos, no puede adquirir lo  indispensable para tener una nutrición adecuada (CONEVAL, 2010).
Se realizaron dos escenarios, primero  considerando el ingreso total en el hogar y el segundo sin las remesas internacionales.  Los escenarios se realizaron usando el comando poverty en el programa Data Analysis and Statistical Software  (STATA, 2009).
A continuación se presentan los resultados  del procesamiento de los datos obtenidos en el trabajo de campo, así como información  del contexto en el que se vive la migración de la comunidad en estudio.
Resultados
  El municipio de San Lucas Quiaviní pertenece al distrito de  Tlacolula, uno de los 7 que conforman la Región de Valles Centrales de Oaxaca.  Se localiza en las coordenadas 16°54´de latitud norte y 96°28´de longitud  oeste, a una latitud de 1 730 msnm. Colinda al norte con el municipio de  Tlacolula de Matamoros; al sur con Santiago Matatlán; al oeste con Bartolomé  Quialana; al este con los municipios de Santiago Matatlán y Tlacolula de  Matamoros. La distancia entre esta comunidad y la ciudad de Oaxaca es de 50  kilómetros.
  Cuenta con una extensión aproximada de 58.69  km2, lo que representa 0.061 % del total del estado, su superficie  está conformada en su mayor parte por planicies, aunque también presenta  lomeríos, además de estar rodeado por diversos cerros. Sus principales  elevaciones son el cerro Quiaviní y el cerro San Felipe. Sus recursos  hidrográficos son escasos, por lo que el arroyo más importante es el río  Principal, sólo mantiene su afluente en época de lluvias. Su clima es templado  con lluvias en verano y frío en invierno, similar al clima de la capital  oaxaqueña.
  En lo que se refiere a las actividades  económicas, la mayor parte de la población económicamente activa se dedica a  las actividades agrícolas. La agricultura que se practica es de temporal y se  destina, fundamentalmente, al autoconsumo. Los cultivos principales son el maíz  y el frijol. En menor medida existe la producción por sistema de riego cuyo  producto es la alfalfa. La siembra de agave se ha descontinuado en virtud de  los bajos precios del mercado. Según los datos del Censo de 2010, la población  económicamente activa fue de 174 personas y la población económicamente no  activa ascendió a 601, entre las que se encuentran las personas pensionadas o  jubiladas, estudiantes o dedicadas a los quehaceres del hogar (INEGI, 2010).
  En este municipio la mayoría de los  habitantes hablan lengua indígena, específicamente, zapoteco. En este sentido,  el censo del año 2010 registró 1 591 personas hablantes de zapoteco, de las  cuales 643 fueron hombres y 948 mujeres; 1 277 hablan español, 356 no hablan  español y 46 no hablan lengua indígena (INEGI, 2010). 
  En cuanto a la dinámica demográfica se  observa que la población total del municipio ha disminuido en los últimos años,  por ejemplo, en 1980 el número de habitantes era 2 127; para 1990 se  registraron 2 156; en el año 2000 la cifra fue de 1 941 y para el 2010 se  contaban con 1 745 habitantes. Estas cifras son reflejo tanto del crecimiento  natural de la población, es decir, nacimientos y defunciones, como del  crecimiento social: emigraciones e inmigraciones. En este caso, el descenso  poblacional registrado en las últimas décadas es resultado, fundamentalmente,  de la emigración y las bajas tasas de natalidad.
  La pirámide poblacional para el año 2010 nos  muestra que la mayoría de las personas se encuentran en edades menores de 20  años. Se observa que en edades productivas existe una disminución,  principalmente de hombres, en edades entre los 20 y 44 años, quienes emigran en  busca de mejores oportunidades de empleo. La barra más larga de la pirámide es  para las edades de 15 a 19 años. 
  Al hacer un recorrido por las calles de esta comunidad es  común observar, en mayor medida, a mujeres; este fenómeno también se encuentra  registrado en las estadísticas al contar con un índice de masculinidad de 70,  lo que significa que existen 70 hombres por cada 100 mujeres. 
  En este sentido, en el año 2015 San Lucas Quiaviní presentó  un grado de marginación muy alto que se refleja en las condiciones precarias en  las viviendas, con hacinamiento y carencia de servicios, asimismo se observan  altos índices de población analfabeta o con estudios limitados que impiden  integrarse a un mercado de trabajo competitivo; de igual forma, la población  ocupada obtiene ingresos bajos que no le permiten obtener los requerimientos  indispensables para la vida como una alimentación adecuada en cantidad y  calidad (CONAPO, 2016).
  Las cifras del CONEVAL para este municipio  indican que 75.5 % de la población se encuentra en situación de vulnerabilidad  de ingreso, de éstas 41.2 % vive en pobreza moderada y 34.3 % en pobreza  extrema. Algunos indicadores elaborados por este organismo se reproducen a  continuación:
Las cifras anteriores nos ofrecen un panorama de la situación  que se vive en el municipio de San Lucas Quiaviní, pues al visitar esta  comunidad se observan sus carencias en términos de situación de vida. En este  contexto, algunos pobladores han visto en la emigración una opción para mejorar  sus condiciones económicas.
  En lo que se refiere a estadísticas en  materia migratoria, para el año 2010 el CONAPO estimó que 23.53 % de los  hogares tiene familiares en Estados Unidos, 2.59 % cuenta con migrantes  circulares, estos son los que viajan por temporadas hacia diferentes destinos y  regresan a la comunidad; 8 % de las familias tiene experiencia de migración de  retorno y 48.7 % de los hogares recibe remesas (CONAPO, 2012).
  Se trata de una emigración principalmente de  hombres jóvenes que tienen como destino el estado de California en los Estados  Unidos. Las ocupaciones principales de los migrantes se orientan hacia el  sector servicios, principalmente en restaurantes. Como consecuencia de las  dificultades para cruzar la frontera y los elevados costos de traslado, los  migrantes se van por periodos entre 2 y 4 años. Esto ha provocado que las  mujeres se responsabilicen de las actividades productivas locales, como es el  caso del cultivo de la tierra.
  Sobre la importancia de las remesas para esta  comunidad, los resultados del trabajo de campo permitieron identificar que este  tipo de recursos significaron 18.6 % con respecto al ingreso total de los  hogares. Considerando el total de remesas y su distribución en los deciles de  hogares, se encontró que 38.9 % del total de las remesas se encontraba  concentrado en el decil de más altos ingresos, mientras que solo 0.8 % se ubicó  en el primer decil. Esto significa que no son los hogares de mayor pobreza  quienes reciben remesas.
  El ingreso promedio per cápita mensual del  hogar fue de $1 124.10, de los cuales $228.60 correspondieron a remesas  internacionales. El efecto de fuente de ingresos se muestra en el cuadro I.  Resalta que las remesas internacionales reducen el porcentaje de hogares en pobreza  alimentaria de 36.3 a 52 %.
Cuadro I. Indicadores de pobreza con y sin remesas, San Lucas Quiaviní, 2013.
Línea de ingreso  | 
    Con remesas internacionales  | 
    Sin remesas internacionales  | 
  ||||
Incidencia  | 
    Brecha  | 
    Severidad  | 
    Incidencia  | 
    Brecha  | 
    Severidad  | 
  |
Línea de bienestar Mínimo  | 
    36.3  | 
    12.5  | 
    6.9  | 
    52.0  | 
    21.7  | 
    13.2  | 
  
Línea de Bienestar  | 
    77.5  | 
    34.9  | 
    19.7  | 
    88.2  | 
    45.3  | 
    28.7  | 
  
Fuente: elaboración propia.
Discusión
  Para la perspectiva crítica, la migración de  mexicanos a Estados Unidos representa un fenómeno eminentemente laboral y como  tal, los ingresos obtenidos por los migrantes significan un fondo salarial que,  como cualquier otro, tiende a usarse preferentemente en el sustento material de  la familia. Por lo anterior, las remesas “no son consideradas ni como una forma  de ahorro ni como una fuente para la inversión productiva, sino como un fondo  salarial, que como tal se destina principalmente al consumo y la reproducción  material del hogar” (Canales y Montiel,  2004, p.149).
  Desde este panorama, al analizar la  información recolectada en el trabajo de campo llevado a cabo en el municipio  de San Lucas Quiaviní, se detecta que las remesas contribuyen a reducir la pobreza  de las familias en esta comunidad, sin embargo, es importante considerar que  estos recursos no están garantizados a lo largo del tiempo, al tratarse de ingresos  temporales dependientes del empleo que tenga el migrante en Estados Unidos. Por  lo tanto, este tipo de recursos no puede revertir la pobreza a largo plazo.
  De acuerdo con Canales (2007), las remesas  deben ser consideradas como un salario y como tal, tienen el mismo significado  e impacto que cualquier otra categoría de remuneración al trabajo, enfocado,  principalmente en la reproducción material de las familias. En este sentido, las  remesas tienen un limitado impacto en el impulso al desarrollo y en la  reducción de la pobreza, siendo en los estratos pobres con muchas carencias  donde las remesas contribuyen a paliar la pobreza, pero en ningún caso a  revertirla.
  En San Lucas Quiaviní, las remesas  significaron 18.6 % con respecto al ingreso familiar, esto se traduce en  mejores condiciones de vida para la familia al destinarse a gastos de alimentación,  vestido, salud, educación y vivienda. Es importante retomar el planteamiento de  Corona (2014), quien detectó que las remesas se emplean dependiendo del  proyecto migratorio, esto es, de los objetivos que tenga la familia y el  migrante: los que emigran para obtener un salario, y el gasto se orienta en las  necesidades básicas como la alimentación, posteriormente, lo invierten en  educación, salud, la vivienda o adquisición de activos físicos. En el caso de  San Lucas Quiaviní, los emigrantes, en su mayoría, salen en busca de un empleo  bien remunerado para satisfacer sus necesidades básicas.
  Corona (2014) coincide con Canales (2007) en que las remesas pueden verse  como parte de un salario, en este caso un salario internacional, y concluye que  las remesas tienen un efecto positivo para el desarrollo y bienestar de las  familias, tomando a la migración como una estrategia seguida por los hogares  para superar la pobreza en que viven. Este punto es importante si consideramos que  para este municipio 75.5 % de la población se encuentra en situación de  vulnerabilidad de ingreso, donde las fuentes de empleo son reducidas y, por lo  tanto, las personas ven en la migración una alternativa para superar la  pobreza. Cabe recalcar que son los hombres jóvenes en edad productiva los que  emigran para buscar un empleo en Estados Unidos.
  Por otra parte, no es posible hablar de desarrollo económico impulsado  por remesas en la comunidad que nos ocupa, debido a que estos ingresos no son  invertidos en proyectos que generen ganancias o en empresas que impulsen  efectos multiplicadores, esto es porque los recursos no son suficientes para el  ahorro y la inversión. Además, el promedio de escolaridad de la población es de  3.8 grados, lo que implica una preparación insuficiente para impulsar las  habilidades empresariales, aunado a esto los migrantes retornados no obtienen  la capacitación necesaria, en el país de destino, al desempeñarse en puestos de  baja calificación como meseros o ayudantes de cocina.
  Esta situación que se observa en San Lucas Quiaviní, se puede analizar a  la luz de los planteamientos de García, Peláez y Fuentes (2015), quienes  encuentran que la tradición migratoria de una región contribuye a que una mayor  proporción de remesas se destine a la inversión en negocios. Esta relación se  ve favorecida por la edad de los emigrantes y de los jefes de hogares  receptores, así como el mayor grado de desarrollo de las instituciones  relacionadas con el proceso migratorio. Los autores encuentran que los hogares  con mayor tradición migratoria dedican una mayor proporción de su presupuesto a  negocios. Esto significa que la región tradicional de migración tendrá mayor  propensión a invertir en negocios en comparación con otras regiones del país.  Aunado a esto, las asociaciones de migrantes juegan un papel importante porque facilitan  información sobre programas y proyectos de inversión, además de participar como  enlace con las comunidades de origen. San Lucas Quiaviní no cuenta con las  características anteriores al formar parte de una región de migración  emergente, no hay inversión en negocios y no existen asociaciones de migrantes  que impulsen proyectos productivos. 
  A lo anterior se le agrega la ausencia de fuentes públicas de  financiamiento, que se traduce en el abandono por parte del Estado de políticas  de bienestar, subsidios, créditos y, en general, apoyo a la pequeña empresa.  También es notable la falta de financiamiento privado a través de bancos,  instituciones financieras y empresas que participen en el financiamiento de  proyectos productivos.
  Conclusiones
  Los recursos que se reciben en México por  concepto de remesas es de tal magnitud que se han comparado con indicadores  macroeconómicos como el petróleo y el turismo. Sin embargo, este tipo de  recursos se reparte en un centenar de hogares pulverizando los grandes montos y  convirtiéndose en pequeñas cantidades para solventar gastos de alimentación,  educación y ahorros para invertir en construcción de vivienda.
  El debate sobre el impacto de las remesas se  ubica entre quienes afirman que estos ingresos reducen la pobreza y la  desigualdad del ingreso, estabilizan la economía familiar y contribuyen al  desarrollo local de las comunidades y autores que sostienen que las familias se  vuelven dependientes de las remesas y provocan el atraso económico. Además está  la visión que considera a las remesas como un salario que se utiliza como tal.  Los estudios de caso abonan hacia uno y otro argumento sin que hasta el momento  se haya llegado a una conclusión definitiva. 
  En este contexto, la situación de pobreza que  enfrentan los habitantes de San Lucas Quiaviní se ve reflejada en diferentes  indicadores, tales como: ingresos económicos bajos, falta de acceso a  oportunidades de empleo, carencia de servicios básicos en las viviendas,  hacinamiento y analfabetismo. Aunado a lo anterior, la agricultura, que ha sido  una actividad principal, enfrenta los problemas de tierras de mala calidad para  la producción, ausencia de capacitación para el manejo de cultivos y escasez de  agua.
  Ante este panorama, los pobladores han optado por salir de su  comunidad para lograr mejorar sus condiciones de vida mediante la búsqueda de  empleos mejor remunerados. Así, la migración en esta comunidad es una  estrategia que han seguido las familias durante cuatro décadas, enviando  principalmente a los hombres jóvenes en edad productiva. 
  Los resultados de esta investigación  identifican que el ingreso promedio per cápita mensual de los hogares en San  Lucas Quiaviní fue de $1 124.10, de los cuales $228.60 correspondieron a  remesas internacionales, con este tipo de ingresos los hogares reducen su  porcentaje de pobreza alimentaria de 36.3 a 52 %, mientras que si se considera  la línea de bienestar de $1 555.10 las remesas reducen el porcentaje de 77.5 a  88.2 %. Es importante resaltar que para esta comunidad 38.9 % del total de las  remesas se encontraba concentrado en el decil de más altos ingresos, mientras  que sólo 0.8 % se ubicó en el primer decil, esto es, que no son los hogares de  mayor pobreza los que reciben remesas.
  Sin embargo, las remesas se convierten en un ingreso que les  permite a las familias satisfacer sus necesidades básicas en materia,  principalmente, de alimentación. Sin embargo, la superación de la pobreza  mediante el envío de este tipo de recursos va a depender de los montos,  frecuencia y los usos que se registren. Por todo lo anterior se debe considerar  el contexto en el que se han realizado los estudios sobre el impacto de las  remesas para determinar que el desarrollo local de las comunidades a partir de  las remesas depende del entorno económico, social y político en el que se  reciben, de la antigüedad de los flujos migratorios, de las oportunidades  regionales de inversión y del capital humano que se traduce en las habilidades  de los migrantes para invertir en proyectos productivos que se mantengan a lo largo  del tiempo.
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